De nuevo simple diputado por Corrèze, el ex jefe de Estado aprovechó su presencia en el Palacio Borbón para prepararse para el futuro. Si algunos de sus colegas en la Asamblea Nacional acogen con satisfacción su asistencia a las reuniones del grupo, “nadie es ingenuo” acerca de sus intenciones.
Un ex presidente elegido miembro de la Asamblea Nacional. François Hollande es el segundo, después de Valéry Giscard d’Estaing, en intentar el experimento: el ex jefe de Estado regresa al Palacio Borbón gracias a las sorpresivas elecciones legislativas del pasado mes de julio. Con la dificultad para él de arar su surco.
“Para él no era nada obvio encontrar su lugar”, admite a BFMTV.com el diputado Guillaume Garrot, su ex Ministro de Agricultura. “También es un aterrizaje para él después de años alejado de todo eso”.
Un grupo del PS lejos de ser conquistado por su causa
Hay que decir que el ex jefe de Estado, elegido ampliamente en Corrèze el verano pasado, no se encuentra realmente en un terreno conquistado en el grupo socialista. Solo un puñado de funcionarios electos ya formaron parte de la Asamblea entre 2012 y 2017, durante su mandato de cinco años.
La nueva generación suele mostrarse amargada por su desempeño en el Elíseo, como Philippe Brun, que abandonó el partido en 2015 diciendo que estaba “disgustado” con François Hollande, antes de regresar y ahora intensificar los intercambios con el expresidente. Y las relaciones son cuanto menos tensas con Olivier Faure, el primer secretario del PS.
“Es cierto que no todos tenemos buenos recuerdos del mandato de cinco años de François Hollande”, resume un electo socialista que considera que “hemos visto sus resultados sobre el papel”.
De hecho, el número de diputados del PS aumentó de 295 en 2012 a 31 en 2017, antes de recuperar algo de color bajo los auspicios de Olivier Faure y a favor del Nuevo Frente Popular, que cuenta ahora con 66 diputados.
Obviamente consciente de la necesidad de suavizar las cosas con sus colegas, el ex jefe de Estado se muestra formal, cuidando la diligencia en las reuniones de grupo y mostrando una postura de humildad.
“No se comporta como alguien que se pone en un pedestal”, asegura el diputado Roger Vicot. “Él escucha mucho. Eso nos permite no tener ni una especial deferencia hacia él ni un rechazo evidente”.
Una presencia puntual en el hemiciclo
En el hemiciclo, François Hollande, en cambio, se mostró mucho más discreto. Su único discurso público tuvo lugar a finales de octubre para defender la reforma de las pensiones aprobada durante su mandato de cinco años y duramente atacada durante los debates por el diputado RN Thomas Ménage.
En cuanto a su participación en las votaciones en sesiones públicas, sigue siendo modesta. François Hollande votó sólo una vez el 8 de octubre a favor de la moción de censura presentada por La France Insoumise para derrocar a Michel Barnier. El recuento, destacado por Le Figaro en un artículo del 27 de octubre, molestó mucho a quienes rodeaban al ex presidente.
“Faltó una semana por contratiempos de agenda y citas programadas muy temprano”, asegura uno de sus familiares; en realidad, fueron unos diez días de sesiones.
¿Coincidencia o vergüenza? Al día siguiente de la publicación de este artículo, François Hollande demostró su asistencia a la reunión. Hasta la fecha, el ex jefe de Estado ha votado 44 veces, sin duda por delante de otros líderes de la Asamblea Nacional (Laurent Wauquiez votó 31 veces, Marine Le Pen y Gérald Darmanin 22 veces), pero muy por detrás de otros diputados socialistas que participaron en más de 210 elecciones como Iñaki Echaniz.
El diputado François Hollande forma parte paralela de la Comisión de Asuntos Exteriores. Un diputado socialista que no le gusta cree que “no es casualidad” encontrar allí al ex presidente: “Todo el mundo sabe que es la comisión que requiere menos inversión”.
De las 21 reuniones organizadas desde el 20 de julio, François Hollande sólo habló dos veces, el 11 de septiembre y el 6 de noviembre. Sin embargo, asistió a la mitad de las reuniones. “Eligió este encargo por interés en el tema y no por el ritmo, evidentemente”, replica el entorno de François Hollande.
¿“Un cálculo” al estilo Valéry Giscard d’Estaing?
En las filas socialistas, muchos ven en el regreso del antiguo inquilino del Elíseo a la Asamblea Nacional una plataforma de lanzamiento para las futuras elecciones presidenciales.
“No es imposible que intente hacer el mismo cálculo que Valéry Giscard d’Estaing”, analiza un colaborador socialista. Después de su gran derrota contra François Mitterrand en 1981, Valéry Giscard d’Estaing decidió regresar como concejal departamental y luego diputado en 1984 con la esperanza de recuperar el corazón de los franceses, sin conseguirlo nunca.
Pero para François Hollande, el primer paso podría ser sobre todo una posible candidatura al congreso del PS previsto para los primeros meses de 2025. A principios de octubre, el exjefe de Estado preguntó sobre LCP “una nueva figura” al frente del PS. Si puede contar con el apoyo de toda una franja de socialistas que desean distanciarse de Jean-Luc Mélenchon y de La France insoumise, tendrá que convencer a los diputados socialistas.
La mayoría de ellos, empezando por el actual jefe del partido, Olivier Faure, apoyaron en gran medida la alianza con La France insoumise en el marco del Nuevo Frente Popular.
“Ha sido inteligente por su parte entrar en la Asamblea para convencer a los recalcitrantes”, analiza un diputado socialista que, sin embargo, juzga que “nadie es ingenuo”.
“Está asustado por unas posibles primarias de izquierda”
El propio François Hollande también reconoció “no te quedes indiferente al 2027” de la revista El hemiciclo. En BFMTV, el 4 de noviembre, el diputado de Corrèze mató dos pájaros de un tiro. “El gran Partido Socialista, que debería surgir en unos meses, debe tener un candidato presidencial”, afirmó. “No hay un candidato único en la izquierda”.
Traducción de un allegado a Olivier Faure: “Está preocupado por unas posibles primarias de la izquierda, por lo que su objetivo es volver a dirigir el PS e imponer él mismo su candidatura”.
La apuesta está lejos de estar ganada, al menos para la opinión pública. François Hollande perdió cuatro puntos de popularidad en un mes en la última encuesta de Ifop para Sud radio y Paris Match: cayó 11 puestos en el ranking de figuras políticas.
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