NARRATIVO – Una falta de respuesta puede convertirse rápidamente en una fuente de preocupación o angustia para los seres queridos, reflejando miedo a la muerte o una dificultad que el progenitor no pudo superar por sí solo. Algunos padres ancianos lo toman con buenos ojos, otros un poco menos…
2:11. Este es el tiempo que tardó la familia Martin* en armar un verdadero revuelo para encontrar «Papito»quien ya no contestó el teléfono. A sus 90 años, Georges*, que vive cerca de Bayona y suele ser considerado, había dejado a sus hijas sin respuestas, sumiendo así a la familia en la angustia. La más joven, Hélène*, enfermera de 50 años acostumbrada a las situaciones de emergencia, corrió en coche a casa de su padre. Viven a cinco kilómetros uno del otro.
Una vez allí, Hélène se da cuenta de que no tiene las llaves del apartamento. Ella llama, nadie responde. Entonces llama a su hermano, que llega 20 minutos más tarde, después de haber recorrido los 20 kilómetros que los separan. Juntos, abren la puerta principal, sin aliento. Nada. Ni un sonido. Inès*, la nieta, sugiere entonces llamar a una clínica local, en caso de que Georges tuviera un accidente.
Georges, sin embargo, acaba reapareciendo. La nonagenaria estaba en el cine, en plena proyección Top Gun: Maverick. Una película de… 2h11. No pensó que provocaría tal conmoción entre sus seres queridos. A partir de ahora ya no sale sin su teléfono. Informa sistemáticamente al grupo familiar de WhatsApp de sus viajes, ya sea una salida al teatro o un fin de semana organizado con amigos en Burdeos. “Regreso programado para las 7 p.m.”escribió para tranquilizar a su familia.
Una brecha generacional
Estos picos de ansiedad se multiplican en las familias. “Los jóvenes están conectados…
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