Obstaculizados durante un tiempo por las velas argentinas, los azules tuvieron el mérito de revertir esta presión con un eficaz juego de pies táctico, empujando a sus oponentes a conceder dos tarjetas, un try de penalti y una montaña de errores. Suficiente para asegurar un tercer éxito sin temblar…
Tal como lo habían declarado antes del encuentro, los Pumas “tenía un plan” para derribar a los Blues en el Stade de France. Lo que, de hecho, no era muy difícil de adivinar, que consistía en bombardear con velas la parte trasera del campo tricolor entre Gabin Villière y Léo Barré, al mismo tiempo que bloqueaba el ataque tricolor mediante su defensa invertida. Y para ser honesto, dada la falta de habilidad de los Bleus en los duelos aéreos (7 recepciones fallidas durante el primer acto), este plan bien podría haber tenido éxito… a condición de elevar el nivel de disciplina. y cuidando sus mantas, dos arrecifes en los que los dientes de los Pumas estaban claramente rotos…
¿En realidad? Si al inicio del partido temíamos que los ‘bleus’ cedieran a la trampa del nerviosismo donde los argentinos claramente querían tenderles (penalti devuelto contra Paul Boudehent, 7mi) fue este último el que se quebró primero. Primero mediante un despeje peligroso de Montoya que lesionó a Gros y le valió la lógica tarjeta amarilla. Luego otra entrada de Sclavi al mismo Wardi, prohibida porque se realizó de rodillas, que le habría valido la misma pena. Y, finalmente, por este crudo avance voluntario del ala Juan Martín González para impedir que Louis-Bielle-Biarrey repitiera la hazaña lograda ante los negros, persiguiendo un nuevo tiro de Ramos. Suficiente para obligar a los argentinos a jugar veinte minutos en inferioridad numérica durante el primer acto, y lógicamente cometer errores bajo la presión francesa (en particular en el scrum) hasta el punto de conceder un total de siete penaltis que ofrecieron tres a Ramos, sin olvidándose de un penalti concluido por Flament. Son 23 puntos duros y rápidos directamente atribuibles a la indisciplina argentina. O mejor dicho, la gran presión francesa, también materializada por esta doble contra de Charles Ollivon sobre Bazán Vélez, en el origen del try Bielle-Biarrey (58º).
El “juego negro” para clavar el ataúd
¿El otro aspecto de esta presión? Residió, precisamente, en la forma en que los Blues sortearon la presión defensiva argentina, concentrándose principalmente en su juego de patadas. El try de penalti concedido tras la falta sobre Bielle-Biarrey es el mejor ejemplo de ello, ya que más allá de haber planteado el peligro tras una patada de Ramos, la situación ya había sido resuelta previamente por un brillante “chip” de Dupont en un ruck. Un gesto que subrayó claramente las dificultades de los Pumas para cubrir su backfield, acentuó el intento de un Bielle-Biarrey más rápido que todos en busca de su propia patada (58), o incluso de los dos 50:22 encontrados por Fickou (8).mi) después de Ramos (28mi) que permitió a los Bleus establecer su dominio territorial e instalar su ahora famoso “juego negro” en torno a Antoine Dupont. No siempre perfecto (como este balón perdido en los 50mipreludio de un largo momento culminante argentino concluido por Gallo) pero sistemáticamente agotador para el cuerpo y la moral del enemigo, y nos guste o no, endiabladamente eficaz (ensayos de Flament en 8mi y de Villière a los 36mi). Suficiente para lógicamente acentuar la frustración e indisciplina de Pumas, cruelmente ineficaces en las zonas goleadoras, consecuencia del círculo vicioso del que nunca encontraron salida. Esto demuestra que, a la luz de los dos últimos éxitos conseguidos por los Bleus y, por el contrario, de las declaraciones de intenciones previas a esta gira de otoño, la página del rugby de “desposesión” aún está lejos de pasarse, el ADN profundo del siglo XV por Fabien Galthié…
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