La historia de Thérèse Brassard-Lévesque, esta mujer enferma de Alzheimer asesinada por “compasión” por su marido, es de “una tristeza inconmensurable”, según la jueza Hélène Di Salvo. El magistrado espera que una muerte así en “indignidad” no vuelva a ocurrir en un “futuro próximo”.
Publicado a las 11:43 a.m.
“La situación de Ma mí Lamentablemente, Brassard-Lévesque no es un caso aislado. Esperemos que en 2024 se ofrezca la ayuda y el apoyo necesarios a tantas familias que se enfrentan a la misma dura realidad de la familia Brassard-Lévesque, para poner fin a la angustia y evitar que lo irreparable vuelva a revivir”. dijo el juez Di Salvo el viernes en el tribunal de Laval.
En una decisión muy empática hacia los familiares de la víctima y del acusado, el juez del Tribunal Superior siguió la recomendación conjunta de las partes y condenó a Gilles Brassard a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional antes de 10 años y medio.
“El Tribunal no puede ignorar el pedido de clemencia de la familia del acusado, pero la discrecionalidad en la sentencia a imponer en un caso de asesinato en segundo grado es muy limitada”, explicó el juez Di Salvo. El período mínimo de inelegibilidad para la libertad condicional es de 10 años.
La semana pasada, el hombre de 81 años se declaró culpable del asesinato en segundo grado de su esposa Thérèse Brassard-Lévesque. Dijo que mató a su pareja de los últimos 53 años por “amor” y “compasión” en septiembre de 2023 para enviarla a un “mundo mejor”.
Thérèse Brassard-Lévesque padecía desde hacía años Alzheimer. Ya no reconocía a sus hijos y con frecuencia se volvía agresiva. A pesar de su enfermedad y de su avanzada edad, Gilles Brassard se dedicó en cuerpo y alma a su esposa durante la pandemia, según afirman todos sus allegados.
En 2022, Gilles Brassard confió con resignación a su esposa al sistema sanitario. Pero la atención ofrecida a Thérèse Brassard-Lévesque en el hospital y luego en el establecimiento Ressource de Lanaudière, en Terrebonne, fue mediocre, según sus allegados.
Thérèse Brassard-Lévesque dormía con los zapatos puestos. Estaba mal alimentada y rara vez la bañaban. “Tenía las uñas negras. [Gilles] Le pagué a alguien para que le cuidara los pies”, se indignó un familiar la semana pasada.
Desesperado por ver el deterioro de la salud de su esposa, Gilles Brassard decidió matarla y luego quitarse la vida. Luego estranguló a su esposa con una cuerda en su cama. Una escena filmada por una cámara de vigilancia. “Cierra tus ojitos y duerme”, le dijo su marido ante el fatídico gesto.
Una muerte en “indignidad”, según el juez
La semana pasada, personas cercanas a Gilles Brassard dieron testimonios desgarradores. Todos apoyaron al acusado, a pesar de la tristeza y la incomprensión. Su historia afectó a “gran parte” de la población”, según el juez Di Salvo.
“No podemos ignorar la impotencia de la familia ante la dura realidad del impacto de esta enfermedad en la víctima y quienes la rodean. Rara vez en una decisión de sentencia por asesinato en 2mi En cierto grado, las palabras amor, compasión y angustia pueden encontrar un lugar allí. Este es el caso aquí”, dijo el juez.
“Por supuesto, el Tribunal ha escuchado las sugerencias de la familia sobre la asistencia médica para morir. El Tribunal no juega a la política, pero ciertamente puede sostener que la muerte de Ma mí Brassard-Lévesque, indignada, no era lo que la familia quería”, continuó el juez.
Un caso muy similar acabó en manos del juez Di Salvo en 2019, el de Michel Cadotte, que también había matado a su pareja “por compasión”. Sin embargo, un jurado lo declaró culpable de un cargo menor, el de homicidio involuntario. El juez le condenó a dos años menos un día de prisión.
La jueza Di Salvo retomó ciertos pasajes de su decisión en el caso Cadotte, que resultan igualmente relevantes cinco años después.
“La asistencia médica al morir, los CHSLD, los cuidadores naturales y la enfermedad de Alzheimer han llevado el proceso de Michel Cadotte – y aquí del Sr. Brassard –, a su pesar, al primer plano de la actualidad jurídica y al corazón de un debate social. […] Sin embargo, el juicio, el veredicto y la sentencia no proporcionarán una solución a todos estos problemas sociales”, citó el juez.
“Es triste ver que estos comentarios siguen siendo relevantes hoy. Y esperando que ya no lo estén en un futuro próximo”, concluyó el juez, deseando “mucha suerte” a los familiares del imputado y de la víctima.
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