REPORTAJE – Después de un viaje de varios miles de kilómetros, entre veinte y treinta personas que huyen de la ocupación rusa cruzan cada día este paso fronterizo situado en la frontera entre Bielorrusia y Ucrania.
Antes de la guerra, sólo media hora de viaje separaba la casa de Ihor de la de su madre, en la otra orilla del Dnieper, cerca de Kherson. Pero ahora, el muro invisible de la ocupación divide la región, al igual que miles de familias. Originarios de Jersón, única capital regional entonces controlada por los rusos en la orilla derecha del Dniéper, Ihor, Olha y su hija Anna visitaron a su abuela en mayo de 2022, en un pueblo de la orilla izquierda.
Pero en el camino de regreso, la familia no pudo volver a cruzar el río, ya que se les prohibió cruzar los puestos de control de los ocupantes. En noviembre de 2022, Kherson fue liberada por el ejército ucraniano. La familia permaneció atrapada bajo la ocupación, a 25 kilómetros de su casa.
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Para regresar a Jerson, la pareja y su hija de ocho años recorrieron 3.000 kilómetros, tres países y seis pasos fronterizos, gastaron casi mil euros y viajaron cinco días. Los últimos kilómetros de su viaje los hacen a pie, en medio de un bosque minado…
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