Hola Mathias, haces una pregunta que es relevante y complicada. Ya que me pides mi opinión, aplaudir a Jegou en su regreso a la competición no es realmente apropiado, no. Por no decir totalmente inapropiado. Su nombre fue coreado después de un try marcado y luego, nuevamente y con insistencia, al final de este partido contra el Stade Français durante la vuelta de honor de los jugadores. Por lo que sabemos, algunos seguidores de La Rochelle se lo tomaron mal, citando una “profunda vergüenza”. Esto toca algo muy íntimo en cada uno de nosotros ante este tipo de situaciones y donde situamos el cursor entre la presunción de inocencia y el respeto a la palabra de la víctima. Para evitar poner al público de La Rochelle en una situación potencialmente embarazosa, la de tener que animar a un jugador acusado de violación agravada, ¿no debería el club haber mantenido su proceder inicial, es decir, esperar el despido? ¿Y los aficionados no deberían haber mostrado también más moderación? ¿Qué mensaje envían estos fuertes estímulos, esta ovación, a todas las víctimas de violencia sexual que, muchas de ellas, ni siquiera se atreven a presentar una denuncia por miedo a no ser creídas, escuchadas, respetadas? Desde este punto de vista, el mensaje que envía esta secuencia me parece deplorable.
En cuanto a su segunda pregunta, es difícil meter en el mismo saco a “todo” el rugby francés, pero está claro que este deporte, que se enorgullece de sus propios valores, debe hacer urgentemente un examen de conciencia sobre su relación con la fiesta y el alcohol. y, estoy convencido, a su relación con las mujeres. Ha habido demasiados casos de violencia sexual y doméstica en el rugby en los últimos años (y aun así estos son sólo los que “salen a la luz”) como para considerar esto como un simple reflejo de un problema social. Creo que también hay elementos propios del rugby (efecto de grupo, masculinidad tóxica, descrédito de la mujer como objeto, etc.) que deben ser cuestionados urgentemente…
Canada
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