las catastróficas inundaciones en Valencia crearon un paisaje urbano apocalíptico y han causado, hasta la fecha, más de 200 muertes y más de 30 mil millones de euros en daños. El gobierno español ha liberado 10 mil millones de euros para ayudar a una población devastada y a una economía devastada. ¿Cómo llegamos aquí?
Esta catástrofe climática, tras las inundaciones en Francia, Europa y otras partes del mundo, plantea la cuestión de la sostenibilidad de las ciudades frente al nuevo régimen climático. Las ciudades mediterráneas son particularmente vulnerables, cada año el verano bate récords de calor y el calentamiento del mar es la causa de episodios climáticos extremos: olas de calor, sequías, incendios, tornados, lluvias torrenciales se multiplican con más fuerza, frecuencia y efectos devastadores. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), hoy estamos en una trayectoria de +3,1ºC para 2100, muy por encima de los +2ºC del Acuerdo de París, que continúa con sus desastrosas consecuencias: las emisiones de gases de efecto invernadero, que aumentaron en un 25% entre 2005-2022, continuó creciendo un 2%, en 2023.
En un mundo que se urbaniza a gran velocidad (el 60% del planeta hoy), las ciudades, por su forma, su funcionamiento y su crecimiento, producen el 75% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, principal causa del calentamiento global, lo que plantea la cuestión de su sostenibilidad. Este desarrollo insostenible dio origen en 1994 a la carta de Aalborg (Dinamarca), con el proyecto de promover el desarrollo de la ciudad sostenible.
Grandes agregados urbanos
Las ciudades que se comprometen se apoyan en tres pilares (económico, social y ambiental), para definir objetivos a favor del crecimiento económico verde, el desarrollo social equitativo e inclusivo, el respeto al medio ambiente, la salvaguarda de la biodiversidad y el desarrollo del mundo post-carbono. ciudad. Esta carta tiene como objetivo combatir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la eliminación de los combustibles fósiles. La diversidad funcional y social, la forma urbana densa y compacta completan estos objetivos de sostenibilidad urbana.
En el contexto neoliberal del mercado dominante, la globalización y la metropolización asociada han obstaculizado el desarrollo de la ciudad sostenible y Las políticas de transición energética lentas y vacilantes arruinaron la finalización del proyecto. Las ciudades se han convertido en enormes agregados urbanos –hasta el punto de multiplicarse las megalópolis con varios millones de habitantes– y la forma y el funcionamiento de estas áreas metropolitanas en expansión, que resultan de la movilidad y los flujos, las hacen totalmente dependientes de los combustibles fósiles. La política de transición y la política de metropolización son incompatibles, y la metrópolis sostenible sigue siendo un oxímoron.
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