Presente en la cumbre del G-20 en Río de Janeiro, el Ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, fue el primer funcionario ruso de este rango en hablar del ataque perpetrado la noche del 19 de noviembre por el ejército ucraniano, en ayuda de misiles estadounidenses ATACMS, contra objetivos en Rusia. Describió este primer uso de ATACMS como “nueva fase” en la guerra y acusó a Occidente de buscar “escalada”.
En el proceso, blandió el texto de la doctrina rusa sobre disuasión nuclear, que acababa de ser modificado por petición expresa de Vladimir Putin, y aconsejó a los líderes occidentales que lo leyeran. “con cuidado y hasta el final”, según recuerda la agencia oficial Interfax. En su nueva versión, esta doctrina flexibiliza considerablemente el uso de armas nucleares por parte de Rusia en caso de agresión externa.
Unas horas antes, el mismo Serguéi Lavrov había participado sonriendo en el ejercicio fotográfico conjunto. Un ritual rechazado por el presidente estadounidense Joe Biden, el primer ministro Justin Trudeau y su colega italiana Giorgia Meloni.
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Pero no por el presidente francés, Emmanuel Macron, que no sólo participó en el ejercicio, sino que también abandonó expresamente su lugar.
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