El jefe de Estado brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, clausuró oficialmente el G20 el martes 19 de noviembre, pasando la antorcha de la presidencia a su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa.
En su discurso, el ícono de la izquierda brasileña subrayó el carácter histórico de este momento, precisando que, por primera vez, cada Estado miembro del G20 habrá ocupado la presidencia al menos una vez.
En opinión de la parte sudafricana, esta presidencia constituye una oportunidad única para resaltar las prioridades del continente negro dentro de la comunidad internacional. De acuerdo con la Agenda 2063 de la Unión Africana (UA), Sudáfrica quiere centrar sus esfuerzos en la lucha contra las desigualdades, el desarrollo de infraestructuras y la reforma de las instituciones globales.
Pretoria también planea abordar varias crisis, como el calentamiento global, la seguridad alimentaria y la energía, que tienen un impacto desproporcionado en los países en desarrollo.
La presidencia sudafricana del G20 constituye un hito crucial para esta agrupación, cuya reciente integración de la UA como miembro permanente es la prueba más elocuente del creciente reconocimiento del papel del continente africano en los asuntos exteriores a nivel global.
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