Mientras se abre en Bakú la COP 29 sobre el clima, el INSEE publica un documento (Insee Analyses, n° 98, noviembre de 2024) para, por un lado, establecer el estado de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de Francia y su huella de carbono, y , por otro lado, proponen un indicador que refleje la consideración de costos incurridos por estas transmisiones.
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En 2023, Francia emitió 403 millones de toneladas de GEI en dióxido de carbono equivalente (Mt CO2 eq) respecto de la actividad económica de los agentes residentes en el territorio. Y su huella de carbono, incluyendo el balance de emisiones contenidas en sus importaciones/exportaciones, es de 644 Mt CO2 ecuación
Per cápita, esto corresponde a 5,9 toneladas de CO2 eq emitido y una huella de 9,5 toneladas. Respecto al nivel alcanzado en 2018, las emisiones nacionales cayeron un 15% y la huella de carbono un 8,5%. Pero, al comparar este resultado con los objetivos de la estrategia nacional baja en carbono 2020, el techo de emisiones autorizado fue excedehasta el punto de que el “presupuesto de carbono” asignado se reduce en 123 Mt CO2 eq para poder alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
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¿Cómo registrar esto en las cuentas nacionales? Partiendo del PIB anual al que restamos la depreciación del capital fijo, obtenemos el PIN (producto interior neto). A continuación, el INSEE deduce de ello el coste social de los daños debidos a las emisiones de GEI para llegar a un PIN ajustado. Surge entonces la pregunta: ¿cómo evaluar ¿El coste de este daño que no se da en ningún mercado? Aquí es donde las arenas se vuelven móviles.
Contar, incluso ‘ajustando’, no es descarbonizar.
El informe Quinet (2019) ofrece una estimación del “valor de acción climática”, que es el valor que la sociedad decide asignar a las acciones que permiten evitar la emisión de una tonelada de CO equivalente.2. El informe Quinet lo fija en 250 euros para 2030 y 775 euros para 2050. De ello se deduce que el PIN ajustado en 2023 se reduce en 93 mil millones de euros respecto al PIN, y en 33 mil millones de euros más si lo ampliamos a los efectos nocivos para la salud. y mortalidad. El INSEE concluye que el ahorro nacional en 2023 de 68 mil millones de euros se reduce en 144 mil millones de euros; entonces, transmitimos al futuro un ahorro neto ajustado negativo de -133 mil millones, e incluso, ampliándolo, de -264 mil millones.
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¿Podemos estar contentos de tener tales indicadores? A primera vista sí. Pero detrás de esto se esconden numerosas dificultades e incluso fallos metodológicos. El cálculo de costos se deriva de comparaciones entre costos y beneficios y entre costos y efectividad. Por lo tanto, no podemos escapar a la dificultad de poner un precio a la degradación de nuestro medio ambiente, que realmente sólo podemos estimar por el coste de la reparación, si es posible.
A grandes rasgos, la reparación genera un aumento del PIN que se reduce en la cantidad recién agregada. Todo esto nos recuerda que los agregados contables son monetarios, y que integrar elementos a priori no monetarios no reduce en modo alguno la degradación ecológica. Contar, incluso “ajustando”, no es descarbonizar.
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