lUcrania prometió el martes, milésimo día de la invasión rusa, “nunca” someterse a Rusia, que ha vuelto a plantear el espectro de recurrir a armas nucleares y ha prometido ganar esta guerra.
Este paso simbólico llega en un momento vital para Kiev: su ejército se retira al campo de batalla, la incertidumbre pesa sobre la sostenibilidad del apoyo estadounidense con el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos en enero, mientras que Moscú está en posición de fuerza.
La administración estadounidense saliente de Joe Biden dio un impulso a los ucranianos al autorizarlos finalmente, después de un año de dilación, a atacar suelo ruso con misiles estadounidenses de largo alcance, una línea roja para Moscú.
El presidente Vladimir Putin respondió el martes firmando el decreto que formaliza su nueva doctrina nuclear que amplía la posibilidad de utilizar armas atómicas en caso de un ataque aéreo “masivo” realizado por un país no nuclear, pero apoyado por una potencia nuclear. Claras referencias a Ucrania y Estados Unidos.
“Era necesario adaptar nuestros fundamentos (de la doctrina nuclear) a la situación actual”, señaló fríamente Dmitri Peskov, portavoz de la presidencia rusa, prometiendo también la victoria de Moscú en Ucrania.
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