Frente al ayuntamiento de Crépol, un pueblo de la Drôme, no hay más flores ni una foto de Thomas, este adolescente asesinado de una puñalada durante un baile, la noche del 18 al 19 de noviembre de 2024. Pero , un año después, todavía está en conversaciones. “El pueblo está traumatizado”, confiesa Laurine, enfermera, sentada frente a la iglesia. Va de casa en casa, especialmente entre los ancianos, y nota claramente el crecimiento del voto a la Agrupación Nacional. “Antes era bastante vergonzoso votar por RN, ahora se habla abiertamente de ello, es la historia de Thomas la que hizo que la gente se acercara a los extremos”, analiza. En este caso están imputadas catorce personas, ocho de las cuales se encuentran actualmente en prisión preventiva. Los sospechosos proceden del popular barrio de Monnnaie, en Romans-sur-Isère, a veinte minutos en coche de Crépol.
La puntuación de RN se ha duplicado en dos años en el pueblo de Crépol
El voto RN ya estaba presente en Drôme des Collines, y la ola azul marino es nacional, pero entre las elecciones legislativas de 2022 y las de julio pasado, el resultado del partido se duplicó en Crépol. Por primera vez, la circunscripción eligió a un diputado RN, Thibaut Monnier. En las calles nadie dice abiertamente por quién vota. Pero los residentes rápidamente hablan de inseguridad o inmigración. “La mayoría de las noticias las cometen personas de fe islámica, la mayor parte de las veces”, afirma Didier, que considera “lógico” el voto de RN.
En un pueblo vecino, cinco activistas de ultraderecha distribuyen cientos de folletos convocando a la movilización el 30 de noviembre. “Dice ‘justicia para Thomas y para todas las víctimas de la inmigración'”, lee Guillaume, de 25 años, activista del colectivo “Justicia para los nuestros”. Condujo dos horas y media para venir a remolcar. El colectivo fue creado a finales de septiembre por activistas de diversas asociaciones identitarias de toda Francia, en particular Tenesoun y Argos.
“Un hecho político”
“Consideramos que esto no es una noticia, sino un hecho político”, explica Raphaël Ayma, portavoz del colectivo. “Es un fenómeno social, la política de inmigración masiva, que da lugar a conflictos sociales, a tensiones sociales”. El folleto señala a los “migrantes”, “la escoria”. Ya el año pasado, activistas de ultraderecha marcharon violentamente en el distrito Monnaie de Romans-sur-Isère, de donde procedían los sospechosos del asesinato de Thomas. “No tiene nada que ver”, afirma Raphaël Ayma, “he estado activo en estructuras patrióticas desde hace cuatro años, siempre ha sido pacifista, legal, existe el deseo de realizar agitación propagandística, pero no violencia”. Pero dos abogados presentaron una denuncia contra el colectivo por “incitación pública a la discriminación o al odio racial” y por “insulto público discriminatorio”, y muchos residentes encontrados en Crépol o en otros lugares denuncian la concentración y la “recuperación política”.
En Romans-sur-Isère, aumentan los llamamientos a prohibir la marcha del 30 de noviembre: mensajes en las redes sociales y cartas a los prefectos, firmadas por partidos o asociaciones de izquierda. “Nuestra prioridad es cancelar la manifestación”, insiste Julie Maurel, miembro del “Collectif pour Romans”, un movimiento de ciudadanos, en particular ecologistas y rebeldes, que encabeza una lista para las elecciones municipales de 2020. “Nuestra prioridad es que se cancele la manifestación”. Romans volverá a convertirse en una ciudad de tamaño medio en Francia, donde la gente convive pacíficamente”, continúa el activista.
“No queremos ser un trampolín para la extrema derecha”
Julie Maurel teme que se instale cada año una especie de “conmemoración” de extrema derecha en Romans-sur-Isère. Para responder, los activistas están organizando una manifestación paralela el 30 de noviembre. “El mensaje es ‘resistencia al racismo’, los romanos ya no quieren ser explotados, no queremos ser un trampolín para la extrema derecha”, insiste.
Durante el año pasado, las iniciativas se han multiplicado en la ciudad para responder al ascenso de la extrema derecha. Por ejemplo, los docentes crearon el colectivo “movilizar la inteligencia colectiva”. Organizan encuentros con sociólogos o historiadores para deconstruir la retórica de la extrema derecha. Esa noche, el colectivo acoge al historiador Gérard Noiriel, especialista en inmigración. “Nos parece inaceptable que se trate de un discurso que incita al odio cuando sabemos que las ciencias sociales tienen explicaciones para el contexto de estos acontecimientos”, afirma Régis Roussillon, profesor y funcionario electo del sindicato SNES, a el público.
Se organiza una forma de resistencia en la izquierda
“Lo que queremos mostrar es que en nuestras clases no tenemos estudiantes del campo ni estudiantes del barrio, los vecinos de aquí y los vecinos de allá, es fundamental deconstruir este discurso que está ahí para separar a la gente”, nos explica el profesor. “Es claramente una forma de resistencia”, sonríe Marie-France, a su lado. Una izquierda en resistencia, en una circunscripción donde la extrema derecha ganó las urnas.
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