Corea del Norte, que ya está implicada en el conflicto ucraniano mediante sus envíos de armas a Rusia, podría dar un nuevo paso enviando decenas de miles de soldados al terreno. Una estrategia que preocupa al panorama internacional.
Pyongyang intensifica su apoyo material a Moscú
Desde hace varios meses, Corea del Norte se ha consolidado como un importante proveedor militar de Rusia. Las entregas recientes incluyen sistemas de artillería y misiles de largo alcance, además de millones de municiones destinadas a los frentes rusos.
Las autoridades ucranianas informaron de la llegada de equipo pesado, como obuses M1989 y lanzacohetes múltiples, desplegados cerca de Kursk. Estas armas, al complementar el arsenal ruso, fortalecen las capacidades ofensivas sobre objetivos estratégicos y civiles. Estas entregas demuestran el deseo de Pyongyang de influir en el equilibrio de poder. Según Michael Kofman, analista del Carnegie Endowment for International Peace, estas contribuciones son parte de una dinámica de creciente alianza entre las dos naciones, una tendencia que apenas se está confirmando.
Se planea una movilización masiva de soldados.
Más allá del apoyo logístico, Corea del Norte podría enviar tropas para apoyar directamente a las fuerzas rusas en Ucrania. Los informes indican que alrededor de 10.000 soldados norcoreanos ya están involucrados en el conflicto, cifra que podría aumentar a 100.000.
Este despliegue, de materializarse, se haría de forma paulatina, con rotaciones sobre el terreno. Aunque esta hipótesis sigue siendo condicional, suscita preocupaciones crecientes. El canciller alemán, Olaf Scholz, expresó sus temores en una conversación con Vladimir Putin y calificó esta posible escalada como una grave amenaza para la estabilidad regional y global.
Una situación que exacerba las tensiones globales
La idea de una participación masiva de Pyongyang en el conflicto ucraniano está aumentando la presión sobre la comunidad internacional. Al iniciarse la cumbre del G20 en Brasil, esta cuestión corre el riesgo de estar en el centro del debate. El principal temor sigue siendo una extensión de las hostilidades y una posible repercusión en otras zonas de tensión internacional.
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