En una cuarta parte de las parejas francesas, la mujer gana más que el hombre. Hogares más expuestos al “riesgo” de separación, según un estudio reciente. ¿En cuestión? La dificultad para hablar de dinero entre cónyuges, el sentimiento de inferioridad de quien recibe el salario más bajo y, sin duda, el peso de las normas de género.
La escena tuvo lugar hace diez años pero Garance (1) la recuerda como si fuera ayer. “Aún puedo ver dónde estábamos sentados él y yo”, respira este parisino de treinta años, responsable de estrategia digital. Se trata de su exmarido, diez años mayor, al que conoció cuando ella tenía 23 años, cuando se incorporó a la empresa en la que él había trabajado durante diez años. “Poco ambicioso, le gustaba trabajar pocas horas y poco más, sin ganas de progresar”. Dos años más tarde, cuando cambió de empleador, Garance consiguió una misión importante, el primer hito en su ascenso profesional. “Mi salario, realmente no muy bueno”, recuerda, “dio un buen salto, hasta 2.800 euros netos al mes”.
O 40 euros más que su marido de entonces. 40 pequeños euros que bastan para hacerle tambalear a él y a toda la estructura de su relación. “Le hablo de mi ascenso, muy orgullosa de mí porque me parecía una locura, y veo que algo en él se está rompiendo”, describe. Él inmediatamente respondió…
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