Menos de un año después del primer acto, los agricultores relanzan su movilización nacional a partir del lunes 18 de noviembre. Aunque a la mayoría de los franceses encuestados les gustaría consumir productos locales para mantenerse, la inflación y la caída de su poder adquisitivo constituyen un freno.
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Contraatacan para la cumbre del G20… Los sindicatos agrícolas mayoritarios lanzan una movilización nacional, a partir del lunes 18 de noviembre, contra la importación de productos alimenticios del Mercosur (Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay, Bolivia). Durante dos días en Río se negociará el tratado de libre comercio entre los países interesados y la Unión Europea.
Pero en Francia los agricultores cuentan con el apoyo de la opinión pública. A principios de 2024, su movilización había sido aprobada por el 87% de los franceses, según un estudio del gabinete Elabe para BFM TV. Pero ¿qué esfuerzos estarían dispuestos a hacer los consumidores para garantizar la supervivencia de la agricultura francesa?
Para Clément, de 42 años, la respuesta es sencilla. Redujo su consumo de carne de una vez al día a dos comidas por semana. “Ahora doy prioridad a la calidad de la carne, aunque eso signifique pagar más por ella en la carnicería. Es mi forma de apoyar a los agricultores“, explica el fontanero-calefactor en un centro comercial de las afueras de Caen. Por un trozo de carne de vacuno o un pollo criado en libertad, gasta unos 10 euros más que en un supermercado.
Reduje drásticamente mi consumo de carne y solo se la compré a mi carnicero.
ClementeIngeniero fontanero-calefacción
Si bien los productos cárnicos siguen siendo el principal gasto en alimentación de los hogares, la parte dedicada a la carne fresca de carnicería disminuyó un 17% entre 2009 y 2019, según el INSEE. En Francia, los hogares dedican el 20% de su presupuesto a la alimentación. Una proporción presupuestaria que se ha mantenido generalmente estable desde finales de la década de 1990, aumentando al 22% en 2022 durante un período de alta inflación.
Emmanuel no está en contra de pagar 1 euro más por su kilo de patatas para apoyar a la agricultura francesa. “Pero no siempre tenemos ante nuestros ojos lo que nos gustaría comer“, señala este cincuentón, acostumbrado a las tiendas de grandes descuentos. En la tienda, como este martes por la mañana, selecciona sus frutas y verduras por su aspecto, basándose en la relación calidad-precio.
La misma observación se aplica a Cyriella, una madre ama de casa con cuatro hijos a su cargo. “Desafortunadamente, miro los precios, elijo frutas francesas cuando puedo, pero las verduras a veces cuestan tres veces más que las importadas”.lamenta la joven, encontrada a la salida de un supermercado. Para ella, “Tener la posibilidad del consumo francés sería más lógico para apoyar a los agricultores”.
El consumo de productos alimenticios locales es mayor entre los hogares de la categoría socioprofesional CSP+ y las personas mayores.
Luis LebredonchelInvestigador de la Universidad de Caen
Durante los últimos diez años, el apoyo a los productores y obtentores ha sido la principal razón por la que los consumidores compran localmente. “A esta forma de patriotismo alimentario se suma la confianza que los franceses depositan en los productos agrícolas que consideran de mejor calidad. Finalmente, algunos también hacen esta elección por sensibilidad ecológica”.explica Luis Lebredonchel, investigador de la Universidad de Caen y especialista en alimentación y salud.
Laurence compra sus verduras en el mercado desde hace años y, a veces, va a buscarlas a la granja de Hermanville, a decenas de kilómetros de Caen. La venta directa le permite conocer a los pequeños agricultores locales y garantizar el origen de los productos. “En Normandía tenemos una gran variedad de hortalizas. A veces me permito el lujo de comprar verduras ecológicas, pero por lo general son mucho más caras”. testifica el técnico de laboratorio, opuesto al uso de pesticidas.
Al igual que Laurence, las compras en el supermercado son una vieja historia para Justine. Sólo va allí en contadas ocasiones: “Consumo todo lo que sea cortocircuito, excepto productos para el hogar.sonríe el diseñador web de 32 años al salir de una tienda en el centro de Caen. Mi presupuesto para alimentos se ha disparado, pero considero que comer de forma más saludable es un prejuicio”. Una libertad que la joven ganó al mismo tiempo que su independencia financiera.
La cumbre del Mercosur, organizada en Uruguay los días 5 y 6 de diciembre, bien podría sellar este tratado de libre comercio en negociación desde 1999. A menos que la movilización de la FNSEA y Jeunes Agri, apoyada por la opinión pública, invierta el rumbo de las discusiones.
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