lo esencial
Un hombre fue condenado a 12 meses de prisión por actos de violencia con resultado de 2 días de ITT a su pareja, quien era reincidente.
“Si recibo el golpe, muero”, explica Joséphine* durante su audiencia, describiendo el horror que Patrick* le hizo pasar durante una noche, pero especialmente durante más de un año. El hombre de 40 años ya ha sido condenado por violencia doméstica, lo que le valió una pulsera electrónica y la prohibición de contactar con su expareja.
La relación, que ya duraba varios meses, dio un giro en el verano de 2023. Tras la infidelidad de Patrick, la pareja se deterioró. La violencia emerge y se vuelve cada vez más opresiva para Joséphine. Su pareja se enfada habitualmente, la empuja contra la pared, rompe cosas y golpea las paredes. A menudo, la arroja al suelo y le golpea fuerte en la cabeza, como para amenazarla. Más allá de la violencia física, la Couserannais ejerce presión psicológica, manipula y chantajea para que ella no ponga fin a su unión. La acosa telefónicamente si no le contesta y le impide acudir a comisaría. Este asunto, y el peso que ejerce sobre Joséphine, la empuja a intentar acabar con su vida.
El pasado 8 de noviembre fue un punto de inflexión para la pareja, luego de una discusión, el hombre “perdió los estribos”, levantó a la presidenta, la empujó sobre el sofá, le arrojó zapatos y la insultó como loca. Su pareja sale con moretones en el brazo. A raíz de estas acciones, aprovechó la excusa de una necesidad laboral para acudir a la gendarmería. Allí se une a ella para impedir que presente una denuncia por miedo a acabar en prisión. “Le tiraste del brazo para que se subiera al vehículo”, brama el presidente.
“La violencia no es prueba de amor”
El hombre con quince condenas en veinte años minimiza sus acciones a lo largo de su intercambio con los magistrados. Ante la amenaza de “te voy a aplastar” por parte del presidente, intenta justificar sus palabras: “No es mezquindad, le digo lo mismo a mi hijo”, dejando estupefactos a los jueces ante esta banalización de violencia. El ariégeois evoca una relación complicada, con problemas de comunicación pero dice estar enamorado. “La violencia no es prueba de amor”, afirma furiosamente el magistrado. Joséphine, presente en la audiencia, llora cuando escucha a Patrick.
El abogado de la parte civil habla de una pareja que “se sumergió en la violencia”. Según ella, la víctima había puesto muchas esperanzas en la relación. Con los engaños de su pareja se sintió utilizada. Si tardó tanto en presentar la denuncia es porque no quería que él terminara en prisión por su culpa y alejarlo de sus hijos. La parte civil solicita la prohibición de contacto porque Joséphine le tiene miedo y quiere ser protegida.
Para el fiscal, además de la violencia física, era peligroso el control psicológico que tenía sobre ella. Patrick la encerró en su casa, privada de teléfono: estaba aislada de los demás, incluso socialmente. Requiere 18 meses de prisión con sentencia suspendida de 6 meses, acompañada de prohibición de contacto y aparición en la comunidad y obligación de brindar cuidados. Para el abogado defensor, encarcelar a este hombre, que gestiona su propia empresa constructora, le provocaría la pérdida de su empleo. El tribunal, respaldando las alegaciones del fiscal, condenó a Patrick a dieciocho meses de prisión, incluidos seis meses de suspensión de la pena.
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