En la región de Kursk, las autoridades están tratando de sofocar la ira de los residentes desplazados de las zonas ocupadas por el ejército ucraniano. Aunque el ejército ruso ha conseguido repeler parcialmente las fuerzas de Kiev en las últimas semanas, Ucrania ocupa desde hace casi tres meses parte de esta región rusa, tras su ofensiva sorpresa del verano.
El acceso a la región de Kursk es muy restringido para los periodistas, pero las autoridades admiten que al menos 120.000 personas tuvieron que abandonar rápidamente sus hogares hace tres meses. Y algunos no pueden soportarlo más. Entonces, como suele ocurrir en Rusia, graban vídeos en las redes sociales. “Estimado Presidente, Vladimir Vladimirovich…”comienza este hombre, antes de explicar las precarias condiciones en las que se encuentran él y otros habitantes de su pueblo desde que tuvieron que huir de su casa en agosto.
El discurso al presidente es un clásico en Rusia, pero es rarísimo que vayamos más allá. Pero el domingo, un centenar de refugiados de esta región fronteriza, exasperados, fueron a manifestarse en la Plaza Roja de Kursk. Entonces salió un funcionario del Ministerio del Interior y trató de intimidarlos. “Me gustaría ver quién está detrás de esta acción pública ilegal”dijo. Un hombre entre la multitud responde: “¿Ilegal? Según la Constitución, ¡tenemos derecho a la vivienda! ¿Las autoridades no están violando la Constitución? Dime !“El funcionario finalmente regresó.
Desde hace semanas, los residentes de las zonas ocupadas por Ucrania están hartos de esperar en los centros de alojamiento temporal. Castigan a sus líderes locales, que fueron los primeros en huir cuando llegó el ejército ucraniano. Y como creen que ya no tienen nada que perder, lo dicen en voz alta, algo poco común en Rusia.
“Quiero que estas personas sean castigadas por su inacción. Están allí sólo para venir a los centros de alojamiento, hacer fotos, darnos una camiseta… ¡La ayuda humanitaria entra por una puerta y sale por otra!”
un residente de la región de Kursken franciainfo
A mediados de noviembre, durante una reunión organizada apresuradamente para intentar calmar la ira, el gobernador de la región decidió destituir directamente al jefe del distrito de Soudja, entre aplausos de la multitud.
Pero la estrategia del satirista no funciona: el gobernador está ahora bajo presión del gobierno, que envió a un viceprimer ministro a repartir certificados de vivienda ante las cámaras. Este gesto no calmará a los refugiados, que recurren a Vladimir Putin, el único al que nadie se atreve a criticar. Militarmente, la operación ucraniana en territorio ruso no es un gran éxito, pero empieza a presentar un problema interno para el Kremlin.
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