Crédito visual: Fatima Shbair – Foto AP
Artículo escrito por Tom Chazelle Schulze – Periodista
Desde hace más de un año, la región de Gaza y su población sufren ataques a diario perpetrado por el ejército israelí. Este ciclo de violencia está generando no sólo una crisis humanitaria sin precedentes, sino también un deterioro de las condiciones sanitarias y el colapso de un sistema de salud local. Los riesgos de epidemias advertidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace varios años mes ahora se han convertido en una realidad.
Un sistema hospitalario en ruinas y un alarmante deterioro sanitario
Según un compenetración de la OMS del 12 de septiembre, sólo 17 de los 36 hospitales de la región de Gaza están operativos, algunos parcialmente operativos. Este informe también advirtió sobre un riesgo de epidemias debido al deterioro de las condiciones sanitarias en el enclave palestino.
Los ataques contra las infraestructuras de Gaza complican el acceso al agua potable y empeoran la gestión de la acumulación de residuos, lo que favorece la propagación de enfermedades. Según un artículo publicado por bbcla densa población que vive en los campos de refugiados de la costa mediterránea corre un riesgo adicional de epidemias: la destrucción del sistema de tratamiento de aguas residuales significa que estas aguas se vierten directamente al mar.
Según Karameh Hawash-Kummerle, médico y cofundador de Médicos contra el genocidio (DÍA), Todos los hospitales de la región de Gaza fueron atacados. Este último habla de “medicicidio”, que ella define como un genocidio de la comunidad médica o del sistema de salud. Privados de agua potable, productos antisépticos y medicamentos, los médicos locales no pueden lavarse las manos entre consultas con sus pacientes, lo que aumenta el riesgo de contaminación cruzada. Así, los hospitales reportan un número importante de casos de infecciones atribuibles a la falta de higiene.
Según Hawash-Kummerle, debido al acceso limitado a medicamentos y vacunas, muchos niños de Gaza contrajeron polio, una enfermedad que ha sido erradicada en la mayoría de los países. Después de muchos esfuerzos, la OMS logró vacunar a medio millón de niños contra el virus. Sin embargo, la vacuna administrada por vía oral representa un riesgo en sí misma, porque es menos eficaz y supone un mayor riesgo de infección, según el experto.
Además, Gaza se enfrenta a una epidemia de hepatitis A, con casi 40.000 casos notificados, según un informe compenetración del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente.
Consecuencias a largo plazo
Hawash-Kummerle, especialista en neurología, advierte que las repercusiones de la crisis actual se sentirán durante mucho tiempo, tanto física como mentalmente.
Por un lado, la falta de acceso a los medicamentos en el sistema hospitalario y la ausencia de médicos en el lugar para administrar la atención agravan el sufrimiento de los pacientes, por ejemplo, que los niños autistas a veces estén atados fuera de las tiendas. por falta de atención disponible. A esto se suman las personas con enfermedades crónicas, como diabetes y cáncer, que se ven privadas de tratamientos que les salvan la vida.
Por otro lado, la salud mental de la población se ve gravemente afectada. Según el experto, ver atrocidades diarias, desde bombardeos hasta asesinatos, genera un estrés mucho más intenso que el trastorno de estrés postraumático. Hawash-Kummerle está preocupada por las generaciones futuras de la población de Gaza, por quienes teme un trauma generacional.
Ante esto, DAG está luchando poner fin a la violencia y proteger el sistema sanitario con su campaña Ni otro niño, ni otro Hospitalque exige un alto el fuego permanente. Para el Dr. Nidal Jboor, cofundador de DAG, Pedir el fin de las hostilidades no constituye una cuestión política, sino una emergencia médica, porque sólo el pleno acceso a la ayuda humanitaria permitiría abordar las causas profundas de la crisis sanitaria.
Una perspectiva estudiantil
un miembro deIntegridad, no rencor contra Falastin (INSAF) Un profesor de la Universidad de Ottawa, que desea permanecer en el anonimato, menciona que la situación en Gaza siempre ha estado marcada por un control opresivo de la población. Indican que, además de las dificultades relacionadas con el acceso al agua potable o a la atención sanitaria, las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por la crisis sanitaria, porque tienen que afrontar desafíos adicionales, como gestionar la menstruación o el parto en condiciones insalubres.
Al experimentar una preocupación constante por su familia lejana en Gaza, informa que debido al desplazamiento forzado que ha persistido durante décadas, se ha vuelto difícil mantener una conexión clara con sus seres queridos. A pesar de todo, esta persona insiste en la unidad de la población palestina, que, independientemente de los vínculos familiares, se mantiene unida. Esto es también en parte lo que motiva su compromiso activista. Creen que todos, palestinos o no, tienen un papel que desempeñar.
Con la esperanza de que“Un día Palestina será liberada y los palestinos podrán vivir con dignidad y regresar a sus hogares”. Esta persona sigue decidida a seguir educándose y abogando por la justicia palestina.
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