Sophie Poulin de Courval, de Saint-Joseph-de-Kamouraska, recibió recientemente una mención de honor del premio Jean-Simard por su proyecto Ven déjame decirte. La iniciativa sumerge a residentes y visitantes en las historias de su pueblo, gracias a una cabina telefónica donde historias del pasado cobran vida.
“Al premiar proyectos como el de Sophie, ponemos de relieve un patrimonio humano y colectivo esencial”, subrayó Jean-François Blanchette, presidente de la Société québécoise d’ethnologie. El hombre es reconocido por su compromiso con la preservación y mejora del patrimonio cultural de Quebec.
Este reconocimiento, concedido a Poulin de Courval durante una ceremonia en el palacio Mauvide-Genest de Saint-Jean-de-l’Île-d’Orléans, honra un enfoque etnológico que va más allá de la simple recopilación de relatos. “Al instalar una cabina telefónica en su pueblo de Saint-Joseph-de-Kamouraska, Sophie Poulin de Courval permitió a los visitantes llegar más lejos. Cuando levantan el auricular, escuchan cinco anécdotas locales, algunas trágicas, otras alegres, pero todas ancladas en la memoria colectiva de la región, y contadas por testigos reales”, se lee en la descripción del precio.
La idea, aparentemente sencilla, convenció al jurado por su enfoque participativo. “Quería que la gente volviera a descubrir un poco de la magia de las noches de antaño, donde nos reuníamos para escuchar historias”, explica Sophie. En cada cabaña, una voz grabada –la de un residente o un testigo– cuenta una historia resumida en un minuto y medio. Este aspecto interactivo de la obra, combinado con una dimensión lúdica, fomentó una reapropiación de las historias por parte de los habitantes de Saint-Joseph-de-Kamouraska.
Patrimonio enriquecido
Esta mención de honor del Premio Jean-Simard también pone de relieve el impacto social del proyecto, que ofrece a los residentes fragmentos de su propia historia, en un momento en el que estos recuerdos a veces tienden a desvanecerse. “Esta devolución del conocimiento a la comunidad es un enfoque que enriquece tanto el patrimonio como a las personas que lo heredan”, explicó Jean-François Blanchette.
Además de la mención de honor al proyecto de Sophie, el primer premio lo obtuvo el Centro Cultural del Monasterio de las Ursulinas de Quebec, por la experiencia Ecos del coro.
Ven déjame decirte podría ser exportado
Sophie Poulin de Courval habla con entusiasmo de lo que la llevó a poner en marcha su proyecto Ven déjame decirte. Los premios y reconocimientos que ha obtenido desde su creación, así como su éxito popular, la animan a querer exportar su concepto.
“Estoy sorprendido, pero también muy feliz y orgulloso de ver el entusiasmo por mi proyecto, que hoy trasciende las fronteras de Saint-Joseph-de-Kamouraska. Sería bonito que cada pueblo tuviera su propia cabaña, un lugar donde pudiéramos escuchar las voces del pasado”, imagina el saxofonista de formación.
La idea de la cabina telefónica se le ocurrió a Sophie Poulin de Courval cuando vio la desaparición gradual de este símbolo que alguna vez fue tan común en los paisajes de Quebec. En Saint-Joseph-de-Kamouraska, en el corazón del pueblo aún se conserva una antigua cabaña Bell, vestigio de una época en la que servía de vínculo directo entre los habitantes y el resto del mundo.
De ahí surgió la idea. Lamentablemente, entre el flash inicial y el montaje del proyecto, la cabina fue retirada. “Me encontré con la boca hecha agua”, dijo, admitiendo al mismo tiempo que la desaparición de la cabaña dio aún más importancia a su idea, ya que constituía otra parte importante de la memoria colectiva, que también se fue volando. su.
Sophie, una mujer con recursos infinitos, decidió construir su propia cabaña utilizando recursos locales, incluida la madera de Saint-Joseph-de-Kamouraska, una forma de fortalecer el vínculo entre esta nueva instalación y su entorno.
Al integrar grabaciones de historias contadas por los residentes, transformó la cabaña en una especie de cápsula del tiempo, donde cada paso de un oyente se convierte en un encuentro íntimo con el patrimonio vivo del pueblo. Este concepto se convirtió en el corazón del proyecto. Ven déjame decirtecon la cabaña sirviendo como un lugar para el intercambio intergeneracional, permitiendo a los visitantes escuchar y revivir historias únicas, mientras se conectan con las raíces y la cultura locales, cerca de un lugar significativo, los escalones de entrada de la iglesia, donde anteriormente se compartían estas historias.
Historias conmovedoras de la vida cotidiana, anécdotas sobre las estaciones o incluso tragedias que han marcado a la comunidad encuentran nueva vida en esta cabina telefónica. “Para mí era importante respetar las voces y los acentos, aunque algunos no se sintieran cómodos con el micrófono. Éste es también el verdadero patrimonio”, añade.
Llevando la perfección al extremo, la cabina está equipada para reproducir la acústica de los teléfonos antiguos, ofreciendo a los oyentes una inmersión sonora única. El planteamiento llamó incluso la atención de Radio-Canada, que presentó el proyecto en una emisión nacional, destacando esta forma original de dar vida al patrimonio oral de Quebec.
Hasta que este proyecto encuentre resonancia en otros municipios, el Ayuntamiento de Saint-Joseph está evaluando la posibilidad de volver a instalar la cabaña el próximo verano.
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