En pleno debate presupuestario en el Parlamento, la eliminación de un segundo día festivo resurge como opción para reducir el déficit de la Seguridad Social, 20 años después de la instauración del primer día solidario.
Después del lunes de Pentecostés, ¿cuál será el próximo de los diez días festivos que se suprimirán para establecer un segundo día de solidaridad? Las recientes conmemoraciones del 11 de noviembre han relanzado los debates en torno a esta medida presupuestaria a la que el gobierno está abierto, según las recientes declaraciones de Antoine Armand y Laurent Saint-Martin. La instauración de una segunda jornada de solidaridad, veinte años después de la primera inicialmente prevista para el lunes de Pentecostés, podría aportar alrededor de tres mil millones de ingresos adicionales a las arcas de la Seguridad Social, cuyo déficit se espera que alcance los 16 mil millones de euros este año.
Si bien esta vía debe ser objeto de una discusión parlamentaria durante el examen del proyecto de ley de financiación de la Seguridad Social, ya se plantean cuestiones relativas a su aplicación concreta. El ejemplo de la primera jornada solidaria instaurada en 2004 ofrece algunas respuestas a este sistema mediante el cual los empresarios pagan un impuesto del 0,30% de su nómina para financiar acciones a favor de la autonomía personal de personas mayores o discapacitadas.
Varios métodos de implementación.
Hay pocas encuestas y sondeos recientes sobre cómo las empresas llevan a cabo la jornada solidaria dentro de su estructura. Como señala el sitio web de la administración pública, “las condiciones para la realización de la jornada solidaria se fijan mediante convenio o convenio de empresa (o establecimiento) o por convenio de sector. A falta de convenio colectivo, las define el empleador después de consulta con el órgano de representación del personal.”
Ya sea en el sector público o privado, se trata de un día adicional de trabajo al año que no es remunerado. Esto puede ocurrir en un día festivo, en particular el lunes de Pentecostés, como estaba previsto inicialmente en la medida, pero esta fecha gradualmente volvió a ser un día no laborable a partir de 2008, cuando el día de solidaridad ya no se fijó automáticamente en el lunes de Pentecostés. Las otras soluciones consisten en trabajar en jornada RTT (o eliminar una en el sector público) u optar por otra modalidad “permitiendo el trabajo de 7 horas previamente no trabajadas”. Por ejemplo, la SNCF decidió suavizar la jornada de solidaridad durante todo el año aumentando el tiempo de trabajo diario en poco menos de dos minutos.
El lunes de Pentecostés más trabajados en las pymes y en el sector terciario
Según una encuesta del grupo Randstad realizada en 2016, el 70% de los empleados no trabajan el lunes de Pentecostés y, por tanto, se toman un día libre o RTT cuando su empresa ha mantenido el día de la solidaridad en esta fecha. Según la encuesta del especialista en servicios de recursos humanos, los factores pueden variar la actividad del lunes de Pentecostés, empezando por el tamaño de las empresas. Si los empleados de los grandes grupos suelen no trabajar hoy, “la situación es más mixta” para los de las pymes por “motivos de tesorería o la necesidad de entregar a tiempo determinados pedidos”.
“En las pymes no nos quedó otra opción que imponer un día adicional de trabajo para financiar la cotización del 0,3%”, indica parisino el secretario general del CPME, Jean-Eudes du Mesnil du Buisson.
Asimismo, las situaciones divergen entre sectores de actividad. Mientras que la mayoría de los grupos industriales cierran sus puertas el lunes de Pentecostés, al igual que las empresas de obras públicas y de logística (a excepción de determinadas obras de construcción), el sector servicios tiende a permanecer movilizado durante este día, en particular las empresas “del sector hotelero, comercios minoristas, tiendas de bricolaje o distribución masiva”.
Estandarizar la aplicación entre los sectores público y privado
En caso de que se establezca una segunda jornada de solidaridad, el número 2 de la Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas ya aboga por una aplicación uniforme para evitar la imprecisión provocada al inicio del primer experimento allí, hace 20 años. “Esta vez hay que tratar a todos por igual, tanto en el sector privado como en el público”, insiste ante el parisino.
Habrá que gestionar varias cuestiones desde el principio, como por ejemplo si cerrar o no las escuelas para que los padres que trabajan puedan encontrar soluciones para sus hijos si es necesario. Asimismo, será necesario consultar a las partes interesadas del sector turístico y a los organizadores de eventos deportivos o culturales debido a las importantes consecuencias que tendrá para su actividad. Por último, la elección del día festivo “sacrificado” no tendrá las mismas repercusiones si es el 11 de noviembre, el 8 de mayo o incluso el 15 de agosto.
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