Al acoger la COP29 del 11 al 22 de noviembre, Azerbaiyán se prepara para pasar un examen de sinceridad ante un jurado internacional nada dado por sentado, formado por diplomáticos y expertos en defensa del medio ambiente. Aunque se enfrenta a graves riesgos climáticos, la economía de este país de 10 millones de habitantes se ha mantenido, desde su independencia en 1991, firmemente basada en dos pilares: el gas y el petróleo del Mar Caspio. Los hidrocarburos por sí solos representan el 92% de las exportaciones del país.
Ésta no es la única paradoja que resulta evidente a medida que se acerca este acontecimiento. La COP29 se presenta al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, como una oportunidad para mejorar la reputación de su país, que adolece de un grave déficit de imagen. La familia Aliyev ha monopolizado el poder durante treinta y un años, encarcelando a sus opositores y amordazando a los medios de comunicación. El país figura en el puesto 130.mi ranking mundial del Índice de Democracia de The Economist y 164mi Posición mundial entre 180 en el ranking de Reporteros sin Fronteras. La reconquista por la fuerza de su integridad territorial se produjo a costa de un baño de sangre en 2020 y terminó, en 2023, con el brutal éxodo de 100.000 armenios de Nagorno-Karabaj.
A pesar de esta gran responsabilidad, fue el enemigo Armenia el que permitió a Bakú organizar la COP29. Al final de una larga disputa diplomática entre bastidores de la COP28 en Dubai, Ereván levantó en el último minuto y para sorpresa de todos su veto a la candidatura de su vecino enemigo. Desde entonces, el gobierno de Azerbaiyán ha presentado la cumbre de Bakú como una “COP de la paz” resultante de un “tregua” inesperado con Ereván.
Déficit de agua creciente
Sin embargo, las cuestiones ambientales se encuentran entre las muchas disputas entre los dos países. Durante varias décadas, Bakú ha criticado a los armenios por privar deliberadamente a sus agricultores de los importantes recursos acuíferos de la muy montañosa Nagorno-Karabaj. Posteriormente, de manera mucho menos sincera, el gobierno azerbaiyano utilizó la defensa del medio ambiente para organizar el bloqueo de los 100.000 armenios de Nagorno-Karabaj a partir de diciembre de 2022. Haciéndose pasar por activistas que protestaban contra el impacto ambiental de una mina de oro, agentes de la El gobierno azerbaiyano bloqueó durante casi diez meses la única carretera que une el enclave con Armenia.
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Los problemas ecológicos que no pueden atribuirse a los enemigos armenios no han recibido las mismas respuestas por parte de quienes están en el poder. En marzo de 2023, cuando 200 aldeanos del distrito central de Saatli protestaron contra la grave escasez de agua en los cercanos ríos Kura y Aras, la policía abordó el problema disparando balas de goma contra la multitud. La represión aumentó en el período previo a la COP29 con una serie de 30 detenciones de opositores, periodistas y sindicalistas en los últimos meses. Hasta tal punto que ya no hay ninguna organización independiente de defensa del medio ambiente activa en Azerbaiyán.
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