Entre complejos arcaicos que persisten y deseo ferviente de liberarse de dictados, reflexiones sobre el fenómeno paradójico de la alienación y liberación de los senos.
Durante las últimas Semanas de la Moda, los pechos estuvieron en todas las pasarelas, sutilmente revelados o cubiertos de transparencias. « Basta de tetas ! » (¡Basta de pechos!), se indignó la influyente periodista de moda Vanessa Friedman en el New York Times denunciando una perpetua “objetivación” del cuerpo de las mujeres. Víctima de vergüenza corporal De los internautas por su generoso pecho, la actriz Sydney Sweeney decidió abrazarlo plenamente luciendo un explícito suéter: “Lo siento, tengo unos pechos estupendos”. Otras personalidades, como la rapera Cardi B o la modelo Ashley Graham, son elogiadas en Instagram tras haber aparecido amamantando a su bebé… En la calle, en las alfombras rojas, en las redes sociales y hasta la Asamblea Nacional, los pechos siguen fascinando y crear debate.
“Son el símbolo por excelencia de la maternidad (los senos que nutren), el signo privilegiado de la feminidad (los senos emblemáticos) y la antesala de la sexualidad (los senos preliminares), una tríada que sintetiza el antiguo mandato dirigido a las mujeres: convertirse y permanecer. cuerpos sexuales y maternos disponibles”, escribe la filósofa feminista Camille Froidevaux-Metterie en su libro Pechos. buscando la liberacion (Ed. Anamosa, 2020).
Mandamientos que persisten
En nombre de un determinado activismo o por una simple cuestión de comodidad, algunas exigen (como en los años 1970) no llevar más sujetador (movimiento sin sujetador), cuando otros exigen la liberación de los pezones (Libera los pezones). En realidad, las órdenes judiciales todavía tienen una piel dura. El 50% de las francesas afirman estar acomplejadas por el envejecimiento de su pecho y el 47% por el de su busto (1).
“Durante siglos, la sociedad nos ha dado la misma imagen de lo que debe ser un pecho deseable. El arte pictórico representaba a mujeres blancas muy jóvenes, con pechos en forma de media manzana, regordetas, levantadas sobre el busto casi ingrávidas, con pezones muy rosados, sin pelo”, lamenta Angèle Marrey, directora del documental. Bendice nuestros pechos (transmitido este año en la plataforma de streaming independiente on.suzane). Llevó a cabo su investigación tras comprobar “un retorno del puritanismo” en la sociedad, en particular con la expulsión de algunas mujeres que amamantan en lugares públicos, o las polémicas en torno a los crop tops adolescentes. “No estamos, o rara vez, expuestos a los senos de mujeres que se parecen a nosotras. Las únicas que vemos son las de modelos en los medios o las imágenes pornográficas”, lamenta la matrona Charline Gayault, autora del libro. La Gran Guía para mi embarazo tranquilo (Ed. Marabout, 2024).
Durante siglos, la sociedad nos ha dado la misma imagen de lo que debe ser un pecho deseable.
Angèle Marrey, directora del documental “Bendice nuestros pechos”
Si han permitido dar visibilidad a la diversidad de los senos y democratizar el discurso sobre ellos, las redes sociales por sí solas condensan el fenómeno paradójico de la alienación y la liberación. “Hoy en día, las generaciones más jóvenes están cuestionando estos dictados. Pero al mismo tiempo, en TikTok, algunas promocionan monos que aumentan el tamaño del pecho, se vendan los senos para que queden ajustados sin tirantes, usan camisetas acolchadas o empanadas para los pezones, explica Angèle Marrey. En una sociedad de consumo que avanza tan rápido como la nuestra, los complejos vinculados a partes del cuerpo sexualizadas se han convertido en un negocio y un mercado próspero”. Y por citar el rumor del famoso sujetador con pezones visibles de Skims, la marca de lencería creada por Kim Kardashian, que desató un acalorado debate cuando se lanzó.
Insatisfacción permanente
“Lucir un pecho glorioso, incluso si está arreglado, siempre está de moda, pero dentro de cinco años, por el contrario, puede ser la norma tener senos pequeños. Los criterios de belleza cambian constantemente con el tiempo, y más aún desde el auge de las redes sociales”, explica Vannina Micheli-Rechtman, psiquiatra, psicoanalista y doctora en filosofía, que alerta a los jóvenes sobre el riesgo de una eterna insatisfacción corporal. “Estas exigencias exageradas provocan desastres a largo plazo, un envejecimiento acelerado de la mama y reoperaciones más difíciles y complejas”, observa el doctor Sébastien Garson, cirujano plástico y codirector científico del IMCAS (International Master Course on Aging Science, el congreso de profesionales de la estética), que, sin embargo, precisa que “la demanda mayoritaria en Francia sigue siendo muy natural”.
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Liderado por una avalancha de personalidades internacionales que revelaron haberse quitado las prótesis mamarias (desde Victoria Beckham hasta Tori Spelling, pasando por Pamela Anderson y Laure Manaudou), un fenómeno de reducción de personal (reducción de personal) ha provocado que el volumen disminuya, brevemente, en los últimos años. “Un día, la tendencia es el pecho XXL, al siguiente, el pecho pequeño… La sociedad nos sigue diciendo que debemos cambiar de cuerpo cada cuatro mañanas. No tenemos tiempo para sentirnos cómodas con nuestro propio cuerpo cuando ya estamos pensando en lo siguiente que debemos cambiar”, añade la directora Angèle Marrey, que hace campaña para recuperar la posesión del cuerpo. Y para concluir: “Hay muchas maneras de recuperar tu busto y apreciarlo. Es también viendo los pechos plurales de mujeres de todas las edades, con formas de pezones y colores de piel diferentes, que aprenderemos a mirar con bondad los nuestros, que no necesariamente corresponden a las medias manzanas erectas de Venus. “
(1) Estudio Ifop para Humasana 2023.
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