lse lamentó Ruth Bader Ginsburg [1933-2020]un juez constitucional de la Corte Suprema de Estados Unidos, dijo una vez: “Las mujeres tienen su lugar en todos los lugares donde se toman decisiones. Las mujeres no deberían ser la excepción. »
Desde que Sirimavo Bandaranaike se convirtió en Primera Ministra de Sri Lanka (entonces Ceilán) en 1960, innumerables mujeres han seguido sus pasos como jefas de Estado y de gobierno, desde Indira Gandhi en la India hasta Margaret Thatcher en el Reino Unido, pasando por Ellen Johnson Sirleaf. en Liberia y Claudia Sheinbaum en México.
Sin embargo, en casi ochenta años de historia, las Naciones Unidas nunca han tenido una secretaria general. Y esto, si bien las mujeres y las niñas se ven más afectadas que los hombres por la pobreza, los conflictos y el cambio climático, y la lucha por la igualdad de género está en declive en muchas partes del mundo, la cuestión es si se trata de derechos reproductivos, ataques a la educación de las niñas o igualdad de oportunidades en el trabajo.
En 2016, muchas partes interesadas realizaron esfuerzos concertados para elegir a una mujer como jefa de las Naciones Unidas. Se presentaron varios candidatos excelentes, entre ellos Irina Bokova, Helen Clark, Susana Malcorra y otros, pero al final resultó elegido un hombre.
Nueva generación de líderes
Esta vez debe ser diferente. Desde 2016, hemos visto a mujeres ascender a puestos de liderazgo en varias organizaciones internacionales importantes en todo el sistema de las Naciones Unidas y más allá, desde Amy Pope en la Organización Internacional para las Migraciones, hasta Inger Andersen en el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, pasando por Catherine Russell en UNICEF, por Cindy McCain en el Programa Mundial de Alimentos, por Rebeca Grynspan en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, por Ngozi Okonjo-Iweala en la Organización Mundial del Comercio o Sania Nishtar en Gavi, la Alianza para las Vacunas. También hemos visto surgir una nueva generación de mujeres líderes a nivel nacional, como presidentas, primeras ministras, ministras de Asuntos Exteriores y otras.
La Cumbre sobre el Futuro de las Naciones Unidas celebrada en septiembre nos dio motivos para tener esperanza y demostró un apoyo renovado a la reforma y el reinicio de nuestro sistema multilateral, en un momento en que el mundo está particularmente polarizado y propenso a conflictos e inestabilidad. El siguiente paso natural es un nuevo tipo de liderazgo en las altas esferas, para reactivar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (el 80% de los cuales están retrasados) y hacer que los países en conflicto vuelvan a la mesa de negociaciones para abordar los desafíos del mañana.
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