Durante varios años, Rusia, que fue un actor clave en África durante la era soviética, ha estado empujando sus peones hacia los países africanos, que no han sido convencidos por Occidente para unirse a sus sanciones contra Moscú.
Grupos de mercenarios rusos como Wagner, o su sucesor Africa Corps, apoyan a las autoridades locales y los “asesores”, según Moscú, trabajan con los funcionarios locales. Este es particularmente el caso en la República Centroafricana y especialmente en los países del Sahel, donde la creciente influencia de Rusia ha ido acompañada del meteórico declive de la de Francia.
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Armas y materias primas.
En 2023, Rusia entregó armas al continente africano por valor de más de 5.000 millones de dólares (4.700 millones de euros), según la empresa pública rusa Rosoboronexport.
Y sus grandes grupos están muy interesados en las materias primas africanas: Alrosa en Angola y Zimbabwe (diamantes); Lukoil en Nigeria, Ghana, Camerún y la República del Congo (petróleo); Rusal en Guinea (bauxita)…
Paralelamente a una estrategia de influencia informativa, en particular en las redes sociales, Moscú prosigue el desarrollo de su red de centros culturales, las Casas Rusas, con aperturas anunciadas en septiembre en Guinea, Somalia, República Centroafricana y Chad.
Responsables de promover la cultura y la lengua rusas en África, según Moscú, su verdadero objetivo es “difundir las historias del Kremlin sobre los acontecimientos internacionales”, cree el investigador Ivan Klyszcz, del Centro Internacional de Defensa y Seguridad en Estonia.
La retórica de los organizadores de la conferencia Rusia-África de Sochi, contra el “neocolonialismo” o “la lucha común contra la propaganda occidental”, encuentra eco entre algunos dirigentes africanos.
Según el analista político ruso Konstantin Kalachev, muchos aprecian “aquellos que pueden resistir y dar un puñetazo a los occidentales”y ven a Vladimir Putin como “bien capable” para desempeñar este papel.
Pero la naturaleza de los vínculos entre Moscú y determinados países africanos también da lugar a veces a ciertas tensiones en la escena nacional de determinados Estados. Este es particularmente el caso de Sudáfrica, que mantiene estrechas relaciones históricas con Moscú. Cuando el presidente Cyril Ramaphosa describió a Rusia como un“querido aliado” y“precioso amigo”socio en el gobierno de su partido, el ANC, lo contradijo tajantemente: La Alianza Democrática (DA) no dudó en decir que no consideraba “ni Rusia, ni Vladimir Putin, como aliado”.
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