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Los voluntarios y las fuerzas del orden continúan las operaciones para limpiar el barro que cubrió las calles y casas en la región de Valencia, después de las mortales inundaciones que azotaron la región a finales de octubre.
El barro sigue por todas partes: más de una semana después de las inundaciones que afectaron a España, principalmente a la provincia de Valencia, los voluntarios y las fuerzas del orden continúan las operaciones de limpieza y limpieza, como se muestra en nuestro vídeo al principio del artículo.
Las lluvias torrenciales que cayeron en el sureste del país han dejado al menos 219 muertos, mientras que 93 personas siguen desaparecidas, según un informe emitido por las autoridades el miércoles 6 de noviembre.
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En términos de daños materiales, el coste de estas inundaciones mortales promete ser astronómico. Edificios pulverizados por las inundaciones, miles de coches volcados en la carretera, puentes y vías de tren que hay que reconstruir… Por no hablar de las numerosas empresas derribadas por el mal tiempo, especialmente en el sector agrícola.
Si el Gobierno de Pedro Sánchez anunció el martes un plan de emergencia de 10.600 millones de euros, que prevé tanto ayudas directas a los residentes y empresas afectadas como apoyo a la labor de los municipios, sobre el terreno fueron principalmente los voluntarios los que se encargaron del asunto. manos, en un contexto de críticas a la lentitud del alivio proporcionado por los servicios públicos.
Además, este vídeo donde voluntarios, botas en los pies y escobas en las manos, limpian rítmicamente una calle dañada en la localidad de Massanassa, se volvió viral nada más publicarse en X el miércoles:
Terrible consecuencia de estas “inundaciones del siglo”, se ha abierto una contrarreloj para enterrar dignamente a las víctimas: más de 80 cadáveres ya han sido entregados a las familias, según las autoridades judiciales, pero muchos cementerios siguen cubiertos de barro y escombros, y sin poder acomodar adecuadamente al difunto.
Por ejemplo, el agua consiguió arrancar de sus bisagras las grandes verjas de hierro de 700 kg que marcaban la entrada al cementerio municipal de Catarroja, que datan de 1889. Todo un reto para los empleados, que deben restaurar el lugar.
Desde el 29 de octubre, siete vecinos han fallecido en la localidad, tres por causas naturales y cuatro por inundaciones. Pero ninguno pudo ser enterrado.
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Sin duda es posible realizar cremaciones o entierros en la ciudad de Valencia, a salvo de las inundaciones. Pero en España la gente generalmente quiere enterrar a sus seres queridos en criptas o en nichos de cremación familiares.
“Si no queda más remedio que enterrarlos, habrá que hacerlo siempre que sea posible”resume un hombre de 69 años que vino a ayudar a limpiar el cementerio de Catarroja. Uno de sus innumerables voluntarios ilustra la fraternidad que se vive entre la población.
Por Emmanuelle Hirschauer (con AFP)
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