Una ráfaga levanta una nube de arena que envuelve brevemente las casas carbonizadas. Kissoufim, situada en el borde de la Franja de Gaza, es ahora una aldea fantasma, si no fuera por los jóvenes soldados israelíes que custodian la entrada principal, decorada con alambre de púas y una gran pancarta con la imagen de Shlomo Mansour.
En su carpintería, donde nadie se ha atrevido a tocar nada desde el “sábado negro” de hace un año, las herramientas del rehén acumulan polvo sobre una mesa de madera. En la casa de Mansour, los agujeros de bala en la puerta y las paredes demuestran la violencia del asalto. “Es triste ver la casa en ese estado. Pero los bienes materiales no importan, sólo quiero que mi padre regrese”.suspira Batya Mansour mientras recorre el lugar con su madre Mazal.
Las dos mujeres aprovechan esta visita a su antigua casa para recoger algunas cosas. Mazal Mansour se sorprende cuando su hija, mientras busca ollas, cierra accidentalmente la puerta de un armario. “Se ha vuelto muy sensible al ruido desde el 7 de octubre…”especifica su hija. Mazal es la única testigo del secuestro de su marido, Shlomo Mansour, de 86 años, el israelí de mayor edad retenido como rehén en la Franja de Gaza. Era la madrugada de este sábado 7 de octubre de 2023 cuando “Un grupo de terroristas de Hamás irrumpió en la casa”recuerda el septuagenario.
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