Ya no es un secreto, pero nuestro planeta, la Tierra, está sufriendo todo el peso de las consecuencias de la revolución industrial. Con una explosión en la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera, la Tierra se está calentando, mucho y rápidamente. Este calentamiento global, cuyas consecuencias son visibles en casi todas partes de la Tierra, se explica sobre todo por una razón: la actividad humana.
Ahora es una certeza científica que la actividad humana extremadamente contaminante durante los últimos 150 años ha destruido el ecosistema terrestre hasta el punto de arrastrar a nuestro planeta a un ciclo infernal de calentamiento a gran escala. Los últimos informes de los climatólogos predicen un aumento de +4°C con respecto a 1850, una auténtica catástrofe que pone en peligro la existencia misma de la especie humana.
Pero aún más preocupante es que este calentamiento global no es lineal, sino que parece estar acelerándose. Desde hace 18 meses, todos los contadores entran en pánico. El planeta se está calentando a un ritmo “inexplicable”. Ni siquiera Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de la NASA, comprende la situación actual.
Los científicos carecen de explicación
Cada año, él y sus colegas formulan predicciones sobre el clima global del próximo año. Pero para 2023, él y su equipo han perdido completamente el rumbo. Sus previsiones resultaron ser 0,2°C demasiado bajas. Esto puede parecer un margen de error aceptable, pero para climatólogos de este calibre equivale a decir que 2 +2=3.
Es esta enorme brecha entre las previsiones y los datos recopilados por la NASA lo que preocupa a Gavin Schmidt. Porque esto significa que parte del calentamiento de la Tierra todavía es “de origen desconocido”. Una dura manera de cuestionarse para los científicos de la NASA que hoy se encuentran ante un dilema.
“O pasamos por alto un factor de calentamiento importante o subestimamos la tasa de calentamiento”. Para sus cálculos para el año 2023, además de tener en cuenta la contaminación provocada por el hombre, los científicos sumaron a su cálculo la presencia de El Niño, una corriente marina natural que calienta las aguas del Pacífico.
La NASA incluso había hecho cálculos sobre la explosión del volcán Hunga Tonga (en el archipiélago del mismo nombre), que podría haber calentado la atmósfera a pequeña escala. No se dejó nada al azar y el ciclo del Sol, actualmente muy fuerte, también se tuvo en cuenta en el modelo de cálculo de la agencia espacial estadounidense.
El Niño, ¿el culpable ideal?
Mientras Gavin Schmidt se pregunta sobre el origen de este “calentamiento adicional”, un artículo científico podría ofrecer un primer elemento de respuesta. Publicado en la prestigiosa revista Science, destaca el efecto de calentamiento de El Niño. Según este estudio, habría sido mucho más fuerte de lo esperado, lo que llevó a los climatólogos a cometer errores de cálculo.
Los científicos incluso han encontrado un precedente capaz de explicar esta diferencia entre las temperaturas previstas y las observadas. En 1977, después de años de La Niña (la otra corriente marina del Pacífico que enfría el agua), El Niño fue particularmente violento y provocó un aumento de la temperatura global de unas décimas de grado.
Si esta explicación no es un fin en sí misma, proporciona un primer elemento de respuesta. Será interesante seguir las predicciones de los científicos climáticos del Instituto Goddard de la NASA para los próximos años, para ver si su modelo debería cuestionarse o si 2023 fue simplemente un año excepcional.
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