Las caras eran largas en Ucrania el miércoles, un día después de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Muchos de ellos temen el giro de los acontecimientos mientras, mientras tanto, su ejército se retira, día tras día, contra los rusos.
Al menos eso es lo que observa Dereck Blouin-Perry, un quebequense que se encuentra actualmente en su tercer viaje a una zona de guerra para echar una mano a los ucranianos.
El quebequense Derek Blouin-Perry durante su segunda misión humanitaria en solitario el pasado mes de mayo en la región de Kherson.
Foto proporcionada por Derek Blouin-Perry.
“Desafortunadamente, es realmente una espada de Damocles que pende sobre las cabezas de los ucranianos y hay muchos que esperan que esto sea el final. […] Siento mucha resignación”, cuenta. Diario en directo d’Odessa.
“Además de los resultados, están agotados y también esperan que haya más entusiasmo en el frente porque los rusos están empezando a tomar terreno rápidamente”, precisa, añadiendo que actualmente los civiles están abandonando ciudades como Pokrovsk y Pavlohrad en grandes cantidades, que hasta hace poco se consideraban seguras.
Recordemos que quien acceda a la Casa Blanca en enero desearía, según varios medios de comunicación, desmilitarizar el país dejando a los rusos el control de la zona actualmente ocupada por Moscú, es decir, el 20% del territorio ucraniano.
¿El fin del soporte?
Dereck Blouin-Perry señala que muchos ucranianos temen que la ayuda financiera proporcionada por Washington desde el inicio de las hostilidades –aunque insuficiente a ojos de muchos– se corte por completo en cuanto llegue Trump.
“Los ucranianos tienen mucho sobre sus hombros en este momento, estamos lejos del optimismo y el entusiasmo del principio. Estamos más bien en una perspectiva en la que Ucrania se siente mucho más aislada, abrumada por un enemigo que es demasiado fuerte y unos aliados que están muy poco interesados en marcar una diferencia real”.
Los comentarios recogidos por la Agencia France Presse (AFP), presente también sobre el terreno en Ucrania, respaldan también los comentarios del quebequense, mientras que un cincuentón admitió temer el “fin del apoyo”.
“Siento una especie de ansiedad, porque no sé qué esperar”, dijo a la AFP, entre otras personas, Natalia Pitchaktchi, una desplazada de Mariupol.
La suerte del corredor.
Pese a ello, algunos siguen luchando y aferrándose a la esperanza ya que aunque realmente no creen que Donald Trump pueda resolver el conflicto en unos días, no ven cómo la situación podría ser peor que en el momento actual.
“Algunos optan por jugar la carta del optimismo y dicen que quieren dar una oportunidad al corredor porque si ya no tienen optimismo, no les queda nada”, confiesa Dereck Blouin-Perry, que habló con varios ucranianos desde su llegada la semana pasada.
Por su parte, dice estar algo desanimado por el “desinterés internacional por la causa ucraniana” y por eso quiere marcar la diferencia.
También pasará el próximo mes y medio ayudando a la gente directamente en primera línea.
– Con AFP
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