En el centro de los debates mundiales sobre energía y clima, la 29ª Conferencia de las Partes (COP29) se celebra este año en Bakú, la capital de Azerbaiyán. Este país caucásico, conocido por su riqueza en hidrocarburos, es un actor central en la producción mundial de petróleo y gas. Aunque los llamados a la transición energética son cada vez mayores, Bakú continúa defendiendo el gas natural como pilar de esta transición, con la esperanza de satisfacer las necesidades energéticas de Europa.
Una historia arraigada en la extracción de petróleo
La explotación de los recursos naturales en Azerbaiyán no es nueva. Ya en el siglo XIII, Marco Polo ya mencionaba una “fuente” de petróleo combustible en la región, mientras que los templos zoroástricos, como el de Atechgah, cerca de Bakú, ardían fuegos alimentados naturalmente por emisiones de gases subterráneos. En el siglo XIX, incluso antes de las primeras perforaciones en Estados Unidos, el país perforó un pozo de petróleo en 1846 en Bakú, lo que convirtió la región de la península de Apsheron en uno de los primeros centros de producción moderna de hidrocarburos.
El final del siglo XIX marcó una importante expansión, en particular con las inversiones de los hermanos Robert y Ludvig Nobel. Fundaron la empresa Branobel, que se convertiría en líder mundial del petróleo antes de su nacionalización en 1920 bajo control soviético. Alrededor de 1900, más de la mitad de la producción mundial de petróleo procedía de esta región. Este período dorado forjó una fuerte identidad para Bakú, que sigue siendo un lugar importante en la industria energética mundial hasta el día de hoy.
Una república del petróleo y el gas con visión de futuro
Desde su independencia en 1991, tras el colapso de la Unión Soviética, Azerbaiyán ha construido una economía dominada por el petróleo y el gas. Actualmente, estos recursos representan alrededor del 90% de las exportaciones del país, la mitad de sus ingresos estatales y el 35% de su producto interior bruto, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). En 2022, Azerbaiyán produjo 32,7 millones de toneladas de petróleo crudo y 35 mil millones de metros cúbicos de gas, de los cuales más de dos tercios se destinaron a la exportación.
La explotación del campo Azeri-Chirag-Guneshli (ACG), en el Mar Caspio, ilustra esta dinámica. Situado a unos 100 kilómetros de Bakú, este sitio está gestionado por la empresa británica BP en colaboración con la empresa estatal azerbaiyana Socar. El campo ACG por sí solo proporciona más de la mitad de la producción nacional de petróleo, según cifras operativas del primer trimestre de 2024.
El gas, una apuesta por la transición energética
Con importantes reservas y una situación geopolítica ventajosa, Azerbaiyán se prepara para aumentar su capacidad de producción de gas natural. Según la ONG Oil Change International, Bakú pretende aumentar su producción un 14% hasta 2035. Aunque la producción de petróleo alcanzó su punto máximo en 2010 y está en ligero descenso, la producción de gas está creciendo rápidamente, y el país ve en este recurso una transición crucial. energía.
Miembro de la OPEP+, versión ampliada de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Azerbaiyán pretende responder a la creciente demanda de gas en Europa, exacerbada por la reducción de las exportaciones rusas debido a las sanciones económicas. Para ello, el “Corredor de Gas del Sur” (SGC) conecta Azerbaiyán con Italia a través de Georgia y Turquía, un eje estratégico que refuerza su papel como proveedor clave de Europa.
Una oportunidad para Europa y un desafío para el medio ambiente
Para Europa, el suministro seguro de energía se está convirtiendo en una cuestión crucial. Azerbaiyán, con su capacidad exportadora y su acceso estratégico al mercado europeo, se está posicionando como una alternativa viable al gas ruso. Sin embargo, esta mayor dependencia de los hidrocarburos plantea interrogantes en un contexto en el que los objetivos de neutralidad de carbono dominan las políticas energéticas.
Si bien la COP29 abre un espacio de diálogo para reducir las emisiones globales, la estrategia de Bakú enfrenta una doble necesidad: contribuir a la estabilidad energética europea y al mismo tiempo participar en los esfuerzos de transición. Azerbaiyán, al invertir en gas natural, subraya la complejidad de esta transición energética para los países productores de hidrocarburos, una transición que tendrá que conciliar las necesidades inmediatas y a largo plazo.
Related News :