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Las primeras muestras marcianas traídas a la Tierra probablemente serán chinas

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La exploración espacial ha sido durante mucho tiempo dominio de las grandes potencias y la competencia para traer muestras de Marte a la Tierra no es una excepción. Mientras la agencia espacial estadounidense (NASA) planea su propia devolución de muestras marcianas en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), China parece decidida a adelantarse a sus rivales.

Muestras marcianas: dificultades americanas

La NASA está trabajando en un ambicioso programa con la ESA. Inicialmente planeado para la década de 2030, este proyecto tiene como objetivo rtraer muestras de suelo y rocas de Marte a la Tierra. Los científicos esperan que estas muestras proporcionen información esencial sobre la historia geológica del planeta, así como pistas sobre la posible existencia de vida pasada.

Sin embargo, el proyecto americano está sufriendo retrasos debido principalmente a la complejidad técnica inherentes a estas misiones. Recolectar y transportar muestras de Marte requiere el desarrollo de varias tecnologías avanzadas y confiables, cada una con sus propios desafíos. Esto incluye, por ejemplo, diseñar módulos de aterrizaje que puedan aterrizar de forma segura en la superficie marciana, recolectar muestras de suelo y rocas y luego almacenarlas en contenedores que las protejan de las condiciones extremas del espacio.

Además, es fundamental desarrollar un sistema de lanzamiento capaz de devolver estas muestras desde la superficie de Marte a la órbita donde luego serán transferidas a una nave espacial en ruta a la Tierra. Este proceso requiere no sólo tecnologías de propulsión avanzadas, sino también sistemas de navegación precisos y protocolos de comunicación eficientes para garantizar que las muestras se recopilen, transporten y envíen a tiempo.

Por el momento, la NASA y sus socios europeos no pueden ponerse de acuerdo sobre la estructura de esta misión que, para colmo, es extremadamente costosa.

China toma la delantera

En este contexto, China por su parte ha intensificado sus esfuerzos en el desarrollo de una misión similar, denominada Tianwen-3ahora previsto para 2028. Liu Jizhong, el diseñador jefe de esta misión, anunció recientemente que China llevaría a cabo dos lanzamientos de cohetes Gran Marcha-5 para lograr esta hazaña. La primera máquina tendrá como objetivo transportar el módulo de aterrizaje encargado de recoger muestras in situ antes de despegar de la superficie marciana. El segundo lanzamiento será responsable de entregar la sonda de retorno.

El país, que se basa en el reciente éxito de sus misiones Chang’e 5 y Chang’e 6 que trajeron muestras lunares a la Tierra, parece, por tanto, más preparado para este proyecto y, por tanto, más sereno.

El plan para la campaña china de devolución de muestras de Marte. Créditos: Kanyan Xu/COSPAR

La reacción de Estados Unidos

Ante esta ambición china, la NASA está intensificando sus esfuerzos para garantizar que su propio programa se lleve a cabo con éxito. Por ejemplo, se creó un grupo de evaluación estratégica para asesorar a la agencia sobre los pasos a seguir para respetar un presupuesto de once mil millones de dólares. Sin embargo, el retraso de la NASA en el desarrollo de tecnologías clave genera preocupaciones sobre su capacidad para lograr este objetivo a tiempo.

La incertidumbre que rodea al programa estadounidense se ve agravada por la necesidad de colaborar con socios europeos. De hecho, esto podría ralentizar aún más el proceso, especialmente si las decisiones estratégicas no se toman rápidamente.

Devolución de muestras: las implicaciones de una primera exitosa

La importancia del retorno de la muestra de Marte se ve realzada por sus posibles implicaciones para la posición de Estados Unidos como líder en exploración espacial. Ésta no es sólo una cuestión científica; EL implicaciones políticas y geopolíticas de la misión Tianwen-3 de China podría redefinir el panorama de la exploración espacial en los años venideros.

De hecho, si China logra traer muestras de Marte antes que la NASA, representaría no sólo una gran hazaña tecnológica, sino también un duro golpe a la reputación de Estados Unidos en el escenario internacional. Como dice Scott Hubbard, ex director del programa Marte de la NASA, tal logro podría ser comparado con un momento Sputnik. Este término hace referencia a la reacción de Estados Unidos tras el lanzamiento del satélite Sputnik por parte de la Unión Soviética en 1957, que marcó el inicio de la carrera espacial y provocó conmociones en el mundo occidental.

Una dinámica así podría entonces alentar al gobierno estadounidense a reevaluar sus prioridades en materia de financiación y desarrollo de tecnologías espaciales, al tiempo que presiona para fortalecer las asociaciones y colaboraciones internacionales para mantener una ventaja competitiva.

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