Irán e Israel han estado involucrados durante muchos años en una confrontación constantemente capaz de convertirse en un conflicto abierto. Al instrumentalizar una rama particular del Islam, que denigra el nacionalismo en favor de un Estado islámico, el régimen teocrático iraní define en parte que su misión divina requiere la eliminación de Israel. Para ello, Irán ha creado y armado representantes en toda la región, desde Gaza hasta Yemen, pasando por el Líbano y Siria.
El ataque terrorista llevado a cabo por Hamás el 7 de octubre de 2023 marcó un doloroso punto de inflexión para Israel. El Líder Supremo iraní, el Ayatollah Ali Khamenei, elogió la exitosa operación de Hamás como una señal del inminente fin de la “entidad sionista”, y otros líderes religiosos llegaron incluso a proclamar que el éxito anunciaba el regreso del duodécimo imán, una figura divina que supuestamente hacer que el Islam triunfe sobre el mundo. El brutal ataque contra civiles destrozó el aura de invulnerabilidad de Israel, y la campaña de meses de duración de Israel en Gaza se convirtió en una bendición propagandística para el régimen iraní.
Los líderes religiosos de Irán, sin embargo, no quieren una guerra total, especialmente después de las grandes pérdidas sufridas por sus representantes. Desde el asesinato de Kassem Soleimani por parte de Estados Unidos en 2020, Irán ha visto a Israel eliminar a más funcionarios iraníes, así como a los principales líderes de Hamás y Hezbolá.
Estos ataques, muchos de ellos posibles gracias a audaces actos de espionaje y asesinato, demuestran hasta qué punto el Mossad ha logrado infiltrarse en las filas de Irán y sus representantes. El “eje de resistencia” que Irán tardó varias décadas en construir, gastando varios miles de millones de dólares en él, enfrenta ahora desafíos sin precedentes, debilitando la capacidad del régimen para proyectar fuerza frente a Israel.
En este contexto más amplio, los líderes religiosos de Irán se encuentran en una posición difícil. Las sanciones internacionales de larga data y el nepotismo corrupto del régimen han golpeado la economía del país, provocando un descontento generalizado y un malestar político persistente. Los iraníes comunes y corrientes, a menudo liderados por mujeres, exigen con valentía igualdad, libertad y condiciones de vida acordes con los abundantes recursos naturales y humanos del país.
Participar en una guerra agotadora contra Israel correría el riesgo de desestabilizar aún más el régimen, o incluso provocar su caída. Shakespeare escribió que era posible que los gobernantes ocuparan “mentes arremolinadas” con “disputas extranjeras”;
Sin embargo, los líderes religiosos iraníes son conscientes de que una población descontenta podría verse tentada a rebelarse si se ve obligada a soportar los tormentos de una nueva aventura de violencia.
Además, los representantes que Irán despliega contra Israel, las fuerzas estadounidenses y otros actores regionales (como Arabia Saudita) también se utilizan ocasionalmente para reprimir protestas internas. A medida que esta red se debilita, los líderes religiosos iraníes pueden sentirse doblemente vulnerables y, por lo tanto, necesitan desesperadamente restablecer la disuasión tanto interna como externa. Deben proceder con cautela, una guerra entre Israel y la República Islámica involucraría inevitablemente a Estados Unidos, y los iraníes saben que no tendrían ninguna posibilidad contra tal poder militar combinado.
Benjamín Netanyahu también enfrenta serios desafíos. Un conflicto prolongado agotaría los recursos de Israel y podría provocar importantes pérdidas humanas. Es difícil predecir el impacto potencial de una guerra costosa en su gobierno ya profundamente dividido. Netanyahu ha centrado su legado político en bloquear las ambiciones nucleares de Irán; sin embargo, podría precisamente acelerar el desenlace que más teme.
Ali Jamenei siempre ha sido el principal arquitecto del programa nuclear del país, y los mulás han confiado durante mucho tiempo en la ilusión occidental de que las concesiones y promesas de compromiso podrían disuadir su intento de ingresar al club de estados con armas nucleares. El régimen afirma estar obligado por una fetua de Jamenei que prohíbe la obtención de armas de destrucción masiva y siempre ha sostenido que su programa nuclear persigue fines exclusivamente pacíficos. Sin embargo, muchas de las personas que hoy repiten constantemente este discurso afirman que todas las piezas del rompecabezas de la bomba están en su lugar.
Riesgos inmensos
Evidentemente, este escenario entraña riesgos inmensos. Es casi seguro que una prisa por completar la bomba provocaría ataques preventivos israelíes –y potencialmente estadounidenses– contra instalaciones nucleares iraníes, lo que con la misma probabilidad desencadenaría un conflicto más amplio. Los representantes de Irán podrían desplegarse contra bases estadounidenses, instalaciones petroleras sauditas, rutas marítimas internacionales y una serie de otros objetivos, con consecuencias devastadoras para la región y la economía global.
Tanto Israel como Irán caminan actualmente sobre la cuerda floja. Israel todavía lucha por superar la pérdida de su aura de invulnerabilidad
después del 7 de octubre, mientras Irán lucha por mantener su influencia regional. Ambos países son conscientes de que una guerra total sería catastrófica, pero ninguno puede darse el lujo de dar marcha atrás por completo.
Estados Unidos y sus aliados, que durante mucho tiempo han dependido de respuestas tácticas y correctivas a cada escalada, deben desarrollar urgentemente una estrategia. Sin embargo, la única solución real reside en un Irán democrático. Ni los militares israelíes ni los estadounidenses pueden lograr este objetivo; Sólo la población iraní es capaz de hacerlo y se ha mostrado cada vez más decidida en los últimos años. Por ahora, es necesario que el resto del mundo enfrente y contenga el comportamiento inaceptable del régimen, al tiempo que apoya las aspiraciones democráticas de los iraníes.
Derechos de autor: Project Syndicate, 2024.
Director del Programa de Estudios Iraníes de la Universidad de Stanford e investigador de la Hoover Institution.
Irán e Israel han estado involucrados durante muchos años en una confrontación constantemente capaz de convertirse en un conflicto abierto. Al instrumentalizar una rama particular del Islam, que denigra el nacionalismo en favor de un Estado islámico, el régimen teocrático iraní define en parte que su misión divina requiere la eliminación de Israel. Irán tiene…
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