El número de muertes provocadas por el fenómeno DANA (depresión aislada de alto nivel – Depresión Aislada en Niveles Altos, generalmente apodada “Gota Fría”) ascendió este viernes 1 de noviembre a 202 decesos. Decenas de personas siguen desaparecidas. Más de cien mil personas siguen sin electricidad y, en las localidades más afectadas, hay problemas de suministro de agua, alimentos y productos de primera necesidad. La magnitud de este crimen social, del que es responsable el capitalismo, está alcanzando niveles históricos en el Estado español.
Hay que exigir a las organizaciones sindicales que organicen la solidaridad y convoquen a huelgas y movilizaciones para un plan que incluya el refuerzo de todos los medios de emergencia civil, el pago de licencias, el control por parte de los empleados -el cese temporal de actividades económicas no esenciales, la suspensión de los alquileres-. hipotecas y replanificación urbana adaptada al cambio climático.
Necesitamos un plan de reconstrucción que esté controlado por los trabajadores y las personas afectadas y que se financie con impuestos extraordinarios a las grandes empresas y bancos.
La respuesta a la crisis no puede provenir de las decisiones de los miembros del gobierno o de los empleadores responsables del desastre. Mazón (presidente de la Comunidad Valenciana – PP, derecha española) de Valencia, pero también Sánchez (presidente del gobierno – PSOE, partido socialista español) y Díaz (ministro de Trabajo y vicepresidente – Sumar, plataforma del izquierda española) desde el palacio de la Moncloa, no han tomado ni una sola medida preventiva. No impusieron el cierre de actividades no esenciales. Enviaron avisos a los móviles una vez pasada la hora de trabajo, cuando decenas de personas estaban siendo arrastradas o ahogándose.
Así como lo hicieron durante la primera fase de la pandemia de COVID, también enviaron a miles de personas a trabajar en plena alerta roja para proteger la actividad de los capitalistas.
Las direcciones sindicales de CCOO y UGT no hicieron más. Les habría bastado aconsejar a sus delegados, que tienen mayoría en la mayoría de los comités de empresa, para exigir la aplicación del artículo 21.3 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que autoriza que, cuando “ El administrador de la empresa no adopta o no permite la adopción de las medidas necesarias para garantizar la seguridad y la salud de los trabajadores, los representantes legales de estos últimos pueden decidir, por mayoría de sus miembros, el cese de la actividad de los trabajadores afectados por este mismo riesgo ».
Todo esto contrasta con los cientos de ejemplos de trabajadores y residentes que han sido puestos en primera línea. O con los profesores que, como explica la GCT Educación de Valencia (Ensenyament del Pais Valencià), acogieron a cientos de niños y adolescentes, o los cuidadores de la residencia de mayores Sedaví, que llevaron con el brazo extendido a 120 personas mayores hasta el segundo piso , logrando así salvarlos de una muerte segura.
Tan sólo 48 horas después de la tragedia, las empresas ya están obligando a sus empleados a regresar a sus lugares de trabajo. No importa que haya más de 100 carreteras cortadas, que muchos lo hayan perdido todo, que estén devastados por lo que acaba de pasar, mientras los vecinos siguen buscando a sus seres queridos y sin luz, agua y comida.
En el País Valenciano y en todo el Estado, decenas de sindicalistas han emitido comunicados solidarios denunciando responsabilidades políticas y patronales. Organizaciones sociales, vecinales y otras redes de solidaridad empiezan a organizarse, con la recogida de alimentos y productos de primera necesidad, al tiempo que convocan manifestaciones como en Madrid, el jueves 31 de octubre por la tarde.
El Gobierno anuncia ayudas por valor de varios millones, aunque no oculta que la mayor parte de estas ayudas se destinarán a empresas que hayan visto afectadas sus actividades. Incluso la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, recordó, el jueves 31 de octubre, en la red social [1]descargando el coste de los salarios a las cuentas públicas mientras persista la situación de emergencia. Mientras tanto, los trabajadores esperan cosas tan básicas como botellas de agua, ropa o comida. Muchos están empezando a acudir a supermercados y tiendas para conseguir todo lo que necesitan para sobrevivir.
Es urgente ampliar la solidaridad y convertirla en un gran movimiento para exigir un plan de emergencia que responda a la magnitud de la crisis y anteponga nuestras vidas a las ganancias de los capitalistas. Debemos exigir a las direcciones sindicales convocar a movilizaciones y huelgas solidarias en los centros de trabajo para exigir:
- El refuerzo de todos los servicios de emergencia civiles, incluida la transición a jornada completa de trabajadores como los bomberos forestales que coordinan el trabajo voluntario de quienes quieren ayudar;
- La facultad de decidir y ejecutar la confiscación y redistribución de existencias de artículos de primera necesidad a todas las víctimas, en colaboración con la población y el vecindario, debe conferirse a los representantes de los trabajadores y a las personas designadas en las asambleas generales. Este control debe incluir la facultad de decidir sobre la reanudación o suspensión de las actividades económicas, única garantía para que los trabajadores ya no corran peligro;
- La suspensión de los alquileres y la cancelación de todas las hipotecas y créditos de las personas que lo han perdido todo o que han visto dañada su vivienda, vehículo, pequeño negocio, etc.;
- Que todos los pisos vacíos de grandes propietarios y establecimientos hoteleros pasen a estar bajo el control de juntas vecinales para el realojo inmediato de quienes hayan perdido sus viviendas o tengan viviendas inhabitables;
- Licencia remunerada para todos los trabajadores que deban ausentarse de su lugar de trabajo para ayudar a sus familiares, seres queridos o vecinos a enfrentar la crisis.
Este plan no puede ser implementado por las mismas personas responsables de este crimen. Sólo los trabajadores y todos los afectados pueden desarrollarlo y planificarlo democráticamente a través de comités locales coordinados a nivel provincial y autonómico.
Del mismo modo, los fondos extraordinarios para financiar todas estas medidas no pueden provenir de los presupuestos necesarios para mantener los servicios públicos, sino que deben provenir de las ganancias de los grandes capitalistas.
En 2023, la empresa Mercadona obtuvo unos beneficios de más de mil millones de euros. El sistema bancario acaba de anunciar 23.656 millones de beneficios, un 20% más que el año anterior. Este jueves 31 de octubre, el Gobierno PSOE-Sumar acordó con sus parlamentarios -a petición de la patronal bancaria y de Repsol (una de las mayores energéticas españolas)- bajar los impuestos a los grandes bancos y cancelar el impuesto extraordinario a las empresas energéticas.
Este jueves 31 de octubre, Amancio Ortega [2] y Florentino Pérez [3] También anunció donaciones que oscilan entre 1 y 5 millones de euros para las víctimas. ¡No queremos sus limosnas! Existe una necesidad urgente de imponer impuestos extraordinarios a las grandes corporaciones –comenzando por aquellas que obligaron a sus trabajadores a trabajar a pesar de las inundaciones–, así como a los bancos y las empresas de energía.
Es necesario crear un fondo para financiar estas medidas de emergencia, pero también desarrollar un plan de prevención y adaptación a fenómenos extremos que aumentan en intensidad y frecuencia con el cambio climático.
Si no tomamos medidas de reorganización urbana para evitar la construcción en zonas propensas a inundaciones, solo en el Levante [4]hay más de 280.000 viviendas en esta situación; este tipo de desastres se seguirán repitiendo. Sin olvidar la reforestación de zonas que ya han sufrido mucho por la erosión así como el refuerzo profundo del sistema de tuberías. Al ser el Estado español zona de la DANA, los especialistas también consideraron y propusieron medidas de seguimiento y alerta temprana.
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