Durante su reunión del martes 29 de octubre con el presidente de la Unión Tunecina de la Industria, el Comercio y la Artesanía (UTICA), Samir Majoul, el Presidente de la República pidió un compromiso total en la lucha nacional por la reducción de los precios. El mismo día recibió al Ministro de Comercio y Desarrollo de las Exportaciones para discutir la necesidad de reformar los métodos actuales frente a la ineficacia en la lucha contra los monopolios y la especulación.
Este tema fue y sigue siendo una prioridad para el ejecutivo. Sin embargo, y a pesar de todos los esfuerzos realizados, el control de precios sigue siendo un gran desafío. Para entender la dificultad de este tema, entenderemos un poco sobre la dinámica de formación de precios de los productos industriales y frescos.
Costo de producción estructuralmente alto.
Para un bien industrial, el precio de venta por parte de la fábrica no es otro que el coste de producción, al que se le suma un margen.
Este coste de producción es el meollo del problema porque es elevado. La materia prima se importa o se compra localmente. Ningún insumo ha visto caer su precio desde hace años. La factura energética es elevada para la mayoría de los fabricantes, salvo para aquellos que tienen margen de maniobra para la instalación de una fuente de energía limpia, que ya requiere un mínimo de capital inicial.
Otro dolor de cabeza es el coste del empleo. Si existe una ventana de oportunidad para los nuevos titulados, con fórmulas como el CIVP o el contrato Al Karama, la mayoría de los empleados están formados por personas no cualificadas o poco cualificadas. Por tanto, no hay beneficios reales y las contribuciones son elevadas. Con el 0,5% adicional a partir del 1 de enero de 2025, la aportación empresarial aumentará hasta el 17,07% del bruto.
En concreto, bajar los precios implica necesariamente renunciar a algunos puntos porcentuales en términos de margen.
Esto sin olvidar el resto de componentes de la nómina, especialmente aquellos que se rigen por convenios sectoriales. Y si tenemos en cuenta las cargas financieras que soporta el aumento de los tipos, entendemos que la industria tunecina se enfrenta a un aumento sin precedentes de los costes de producción. Para generar beneficios, aplicar un margen elevado es fundamental, sobre todo porque existe un impuesto de sociedades y una retención en origen del 10% sobre los dividendos recibidos.
En concreto, bajar los precios implica necesariamente renunciar a algunos puntos porcentuales en términos de margen. Por este motivo, el Presidente de la República llamó a los industriales, en la persona de su líder, a participar en esta lucha contra el aumento de los precios. Sin un esfuerzo proactivo, es difícil vender su producción más barata.
Acortar los canales de distribución
Al mismo tiempo, el Palacio de Cartago recibió al Ministro de Comercio y Fomento de las Exportaciones. Junto con otras administraciones, este organismo público vela por el adecuado ritmo de abastecimiento del mercado y realiza misiones de control a todos los niveles. Su prioridad debe ser la organización de los circuitos de distribución que tienen una gran parte de responsabilidad en el aumento de los precios de los productos frescos.
Con los impuestos y el margen del vendedor final, nos encontramos con productos frescos que ya no son asequibles para el consumidor.
En un principio se trata de un agricultor tunecino que explota una pequeña explotación y que no tiene medios para enviar sus productos a los mercados. Entonces, en lugar de liquidar su mercancía directamente en el mercado, recurre a un tercero. Este último es el intermediario adicional, que soporta la mayor parte de responsabilidad por la inflación. Presiona al agricultor pobre que no tiene más remedio que venderle lo que ha producido a precios de saldo. Luego, orienta la producción hacia su destino sumando un margen sustancial, que varía dependiendo de la disponibilidad del producto. Si es necesario acumular existencias para luego venderlas a un precio más alto, no hay problema. Con los impuestos y el margen del vendedor final, nos encontramos con productos frescos que ya no son asequibles para el consumidor.
También queda por aclarar que el Ministerio de Comercio también controla las marcas de distribución masiva y puede imponer su ley. Sin embargo, estos últimos continúan con promociones, por un motivo u otro. Tenemos dos de ellos que cotizan en la Bolsa de Túnez y sus resultados deficitarios muestran claramente que es necesario revisar a fondo sus modelos económicos.
Por tanto, podemos reducir los precios si conseguimos poner fin a la existencia de estos intermediarios parásitos, lo cual no es fácil. Están tan arraigados y conocen el terreno que se han convertido en la piedra angular del sistema.
Por tanto, podemos reducir los precios si conseguimos poner fin a la existencia de estos intermediarios parásitos, lo cual no es fácil. Están tan arraigados y conocen el terreno que se han convertido en la piedra angular del sistema.
Además, los agricultores seguirían enfrentando las mismas dificultades logísticas. Además, observamos satisfacción en los “puntos de venta entre productores y consumidores” instalados cada año durante el mes de Ramadán.
Por lo tanto, el esfuerzo por bajar los precios puede dar resultados instantáneos, pero no duraderos. Hay que operar desde el punto de partida del ciclo de vida de cada producto. De esta manera, podemos reestructurar las sucursales e invertir para que todos los actores puedan producir/consumir de manera sostenible y en buenas condiciones.
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