Cuando una estrella muy masiva –entre 8 y 40 veces la masa del Sol– colapsa sobre sí misma, por falta de combustible termonuclear, su núcleo se comprime en un material hecho de neutrones y alcanza una densidad simplemente increíble. Mientras que el resto desaparece durante la explosión de la supernova, se convierte en la llamada estrella de neutrones, cuyo diámetro es de sólo unos 25 a 40 km. Vale, pero la parte más loca está por llegar…
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Como la estrella giraba antes de colapsar y su diámetro se redujo en un factor de uno a dos millones, su velocidad de rotación aumenta en consecuencia. Esto es lo que los físicos llaman conservación del momento angular y está perfectamente ilustrado en el siguiente vídeo:
Por tanto, una estrella de neutrones gira muy, muy rápidamente. Los más rápidos se llaman púlsares y también emiten una radiación electromagnética muy fuerte en dirección a sus polos. La velocidad de rotación (o momento angular) más rápida medida hasta ahora fue de 707 revoluciones por segundo, lo que es absolutamente vertiginoso a esta escala cósmica.
¡Pero lo que quizás sea más sorprendente aquí es que la estrella en cuestión no es un púlsar!
Esta estrella de neutrones roba materia a una enana blanca y esto acelera su rotación a valores nunca antes vistos
El poéticamente llamado 4U 1820–30 pertenece a un sistema estelar binario, que forma pareja con una enana blanca con un período orbital de sólo 11 min. Se trata, por tanto, de la pareja de todos los récords, y aquí es precisamente donde se vuelve realmente interesante: nuestra estrella de neutrones en realidad roba materia a su compañera enana blanca y, al hacerlo, se apropia de su momento angular (o cinético).
Una estrella de neutrones “vampiro”…
Los astrónomos se dieron cuenta de esto gracias a una emisión de rayos X a 716 Hz, lo que sugiere claramente que esta es precisamente la velocidad de rotación de la estrella de neutrones “vampiro”.
Después de un rápido cálculo, llegamos a una velocidad de rotación de alrededor de 35.000 km/s, o el 10% de la velocidad de la luz (la “c” de la legendaria ecuación de Einstein E=mc²). Y precisamente, no parece posible ir mucho más rápido que este 10% de la velocidad de la luz, porque la estructura ultradensa de la estrella se rompería literalmente bajo el efecto centrífugo.
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