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Inmigración, la mayoría en riesgo de explosión

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El crucial debate presupuestario en la Asamblea Nacional va mal, ya que los diputados se muestran reacios a cualquier intento de superarse a sí mismos, también en el nivel del interés general. Al nivel de la crisis financiera que amenaza debido a la insuficiencia de la gobernanza pasada. La mayoría (relativa) actúa como si fuera la oposición, los oponentes como si fueran la mayoría y los ministros ya amenazan con dimitir si no se aumenta su presupuesto. Por tanto, había llegado el momento de que Michel Barnier se ocupara de… ¡la inmigración! De ahí este viaje junto con el Ministro del Interior, Bruno Retailleau, a Menton, a dos pasos de la frontera italiana.

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¡Un viaje espectacular a los Ministros transalpinos de Asuntos Exteriores y de Interior, ahora consagrados como árbitros y asesores sobre la política a seguir en materia de inmigración! Signo de los tiempos – que cierran las fronteras – Giorgia Meloni, la Primera Ministra posfascista da el tono y la mano al populista húngaro Viktor Orbán bajo la influencia de una sanción financiera por haber traspasado sus fronteras. El ministro francés del Interior protagonizó una farándula proclamando ante las cámaras “que teníamos que inspirarnos en Meloni”, lo que permitió a Michel Barnier tomar – a su lado y delante de la cámara – un poco de altura y de humanidad. El jefe de Gobierno, sin embargo, dejó claro que es necesario “buscar buenas soluciones dondequiera que estén”. La mirada de un cliente para la Sra. Meloni. Fue “el golpe de Menton” bien interpretado por el dúo Barnier-Retaileau para mostrar a los franceses que accedemos a sus deseos -más firmeza, regulación, orden y justicia- ¡presionando al mismo tiempo a los magistrados! ¡Con el riesgo de hacer estallar el gobierno y el bloque central!

Este riesgo de explosión no es pequeño. Hay que recordar la anterior ley de inmigración, de hace apenas un año. La habilidad (teórica) del entonces ministro del Interior, Gérald Darmanin, no evitó fuertes tensiones entre los diputados macronistas. El texto fue votado en bien porque los parlamentarios habían recibido garantías (del Elíseo) de que el Consejo Constitucional anularía las medidas más restrictivas e inhumanas. Qué pasó. Las heridas aún no han sanado, ni mucho menos.

No hay duda de que la opinión pública pide mucha más eficacia y firmeza en la lucha contra la inmigración irregular. Una evolución restrictiva como en toda Europa, a excepción de España. La encuesta Odoxa publicada el 18 de octubre por El Fígaroque lleva una frenética campaña en este sentido, fue claro, sin apelaciones: el 71% de los franceses considera necesaria una nueva ley; El 64% de ellos quiere un referéndum para modificar la Constitución y permitir estas medidas de “preferencia nacional” que la extrema derecha ha defendido durante tantos años. El jefe de Gobierno y su ministro del Interior quieren convencer a la opinión pública de que serán más eficaces que sus predecesores. Es más, es necesario dar garantías de “buena voluntad” a la Agrupación Nacional para evitar una posible moción de censura.

Esta carrera para neutralizar a la extrema derecha está causando sorpresa entre los moderados en el parlamento. Sobre todo porque Bruno Retailleau, combinando convicción y estrategia, sabe añadir declaraciones provocativas que luego modera (un poco). El número 2 del gobierno marcó inmediatamente su territorio pregonando que “la inmigración no era una oportunidad para Francia”, en contra de los empresarios debido a estas profesiones llamadas “tensas” donde se podían regularizar a los inmigrantes esenciales para la economía. El “golpe de Menton” fue parte de la misma teoría del espectáculo político. Bruno Retailleau afirmó estar “inspirado” en la posfascista Giorgia Meloni en el preciso momento en que la justicia italiana anuló su decisión de devolver inmigrantes a Albania sin tener en cuenta el derecho de asilo. Es muy probable que la Constitución francesa prohíba esta práctica denominada “central”. Bruno Retailleau, sin embargo, consideraría utilizar terceros países, Egipto, Kazajstán o Irak, para acoger a los extranjeros que no pueden ser devueltos a su país de origen. Por ahora, Michel Barnier ha descartado esta posibilidad, “policía bueno” tras “policía malo”, aunque quieren demostrar que actúan de forma concertada.

En términos de resultados, la opinión pública sigue a Bruno Retailleau. Por ahora. Pero el Ministro del Interior, que quiere demostrar que encarna el orden, siembra desorden. Para empezar, en el gobierno. El ministro de Industria y cercano a Emmanuel Macron, Marc Ferracci, recordó secamente que “la inmigración laboral era una necesidad para el país”. En cuanto a Agnès Pannier-Runacher, responsable de Transición Energética y representante única ante el ministro de Justicia, Didier Migaud, de sensibilidad más izquierdista, publicó un tuit tajante: “una nueva ley no es una prioridad. Primero debemos asegurarnos de que se aplique el precedente aprobado en diciembre pasado”. La marca del sentido común.

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