Las acusaciones son numerosas. Desde hace varios meses, la imagen del Abbé Pierre está empañada por los testimonios de decenas de personas que acusan al sacerdote de violación y agresión sexual.
Si el Papa Francisco indicó que la Iglesia debe ser consciente de estas acciones, ahora un informe de finales de los años 50 muestra un poco más hasta qué punto el abad que se hizo famoso era en realidad un “gravemente enfermo mental” con comportamiento”problemático”, podemos leer. “Al menos algunos obispos” estaban conscientes “de 1955 a 1957” de
“comportamiento serio”
del sacerdote “hacia las mujeres”.
Un informe condenatorio sobre las acciones del Abbé Pierre
Si no se describe la naturaleza de estas acciones, algunas cartas hablan de“accidentes”de “miserias morales”, de “factos reprobables”, “estado anormal”. Es en un documento fechado el 13 de noviembre de 1964 escrito por el secretario general del episcopado donde podemos ver aparecer la expresión “enfermo mental grave”. Se menciona un “pérdida de todo autocontrol, especialmente después de libros exitosos”.
Según los escritos de esta persona, “Las jóvenes han quedado marcadas de por vida” En estos documentos podemos comprobar también que el Abbé Pierre hizo todo lo posible para no ser sorprendido con las manos en la masa: “No debemos ocultarnos que todo esto podría llegar a saberse un día u otro y que la opinión pública se sorprendería mucho al ver que la jerarquía católica ha mantenido su confianza en el abad Pierre”escribió Jean-Marie Villot al cardenal Pierre Gerlier, arzobispo de Lyon, en enero de 1958.
¿La Iglesia al tanto?
Así, el Abbé Pierre quedará apartado de los periodistas durante muchos años. En la década de 1950, la Asamblea de Cardenales y Arzobispos (ACA) compartió “su preocupación al ver que tantos periodistas se le acercan. ¿Es apropiado que su persona sea exhibida y ampliada de esta manera?
Algunos también mencionan acciones que no tienen ninguna relación “en control de la jerarquía”. También descubrimos que el Abbé Pierre se habría orientado hacia “una clínica o un asilo que lo acoge hasta el final de sus días o hacia un ministerio de dedicación silenciosa, en el corazón de un país desnutrido, en un hospital de campo, en un pueblo de leprosos”.
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