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Sinner gana en N.1 como si nada hubiera pasado

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Jannik Sinner, imperturbable a pesar del asunto de dopaje en el que está envuelto, consolidó su lugar como número uno del mundo al dominar a Novak Djokovic en la final del Masters 1000 de Shanghai, 7-6 (7/4), 6-3, el domingo.

El italiano, amenazado de suspensión por haber dado positivo por un esteroide, confirmó su superioridad en los últimos meses sobre el serbio. Fue su cuarta victoria en sus últimos cinco duelos y la segunda de la temporada tras la semifinal del Abierto de Australia en enero.

En Melbourne, Sinner, de 23 años, ganó su primer trofeo de Grand Slam. Desde entonces, se ha consolidado como uno de los dos líderes de la generación joven, junto con Carlos Alcaraz, que también ganó el US Open (en septiembre) y ahora tres Masters 1000 después de Miami en primavera y Cincinnati este verano.

Es el primer jugador que gana tres de estos eventos en una misma temporada, la más prestigiosa del circuito después de los Grand Slams, desde Rafael Nadal en 2018.

En todas las categorías, su título en Shanghái es el séptimo en un año en el que terminará pase lo que pase en lo más alto del ranking ATP, sucediendo en este caso a Novak Djokovic.

Sin embargo, este ascenso no se produce en un cielo despejado. El horizonte del italiano se ve seriamente ensombrecido por el espectro de una suspensión por dopaje.

Al dar positivo por un esteroide en marzo, inicialmente fue absuelto por la Agencia Internacional para la Integridad del Tenis (Itia), que aceptó su explicación de que fue contaminado accidentalmente por un miembro de su equipo.

– Transferencia de poder –

Pero el caso dio un giro el mes pasado cuando la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), no convencida por su argumento, apeló y solicitó una suspensión de uno a dos años.

El veredicto final lo pronunciará el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS).

“Este año ha sido muy, muy duro. A veces perdí un poco la sonrisa, admitió tras su victoria. Cuando me despierto, intento concentrarme en (el partido o entrenamiento) que viene, pero claro a veces pienso en ello y no es fácil vivir con eso.

Pero en la cancha estas dificultades no son visibles. Por el contrario, contra Djokovic mostró una fortaleza mental ejemplar en los momentos importantes, particularmente en el tie-break del primer set.

Con un estilo riguroso y sin pretensiones – muy propio del Djokovic de los grandes años -, se mantuvo intocable en sus juegos de servicio (ningún punto de quiebre que salvar durante todo el partido) y logró él mismo el quiebre en cuanto se presentó la oportunidad. en el segundo set para liderar 3-1.

El contexto apenas se hizo evidente en la falta de efusividad en la victoria, pero el nativo de la región alpina de habla alemana de Trentino-Alto Adigio no es naturalmente expansivo.

Para Djokovic, el año 2024 se parece cada vez más al de la transferencia de poder con Sinner y Alcaraz, aunque para él seguirá siendo, sobre todo, el de su éxito en la final de los Juegos Olímpicos (contra el español).

El serbio, de 37 años, aún no ha ganado ningún torneo del circuito habitual de la ATP, por primera vez desde 2006.

Quizás un poco perjudicado el domingo por su rodilla derecha vendada, tendrá que esperar para conquistar el trofeo número 100 de su carrera.

fbx/smr/gk

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