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Un llamado urgente a la acción. Por Carole Chrisment, directora de guarderías asociativas

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El libro “Les ogres” del Sr. Castanet ofrece una sorprendente visión general de los desafíos que enfrentan las estructuras de cuidado de niños pequeños. En el capítulo 42, el autor destaca el problema de la PSU (Prestación Única de Servicios): ya en 2003, los directores de las Cajas de Asignación Familiar (Caf) ya denunciaban importantes disfunciones. “No va nada bien, no lo estamos superando, en el terreno es disfuncional », subrayan, dando testimonio de una realidad cada vez más centrada en consideraciones contables, en detrimento de la calidad de la atención a los niños pequeños.

Este grito de desesperación procedente de directores de establecimientos de primera infancia pone de relieve los complejos problemas a los que se enfrentan. La calidad de la acogida, los recursos humanos insuficientes, las normas cada vez más complejas de aplicar, las estadísticas sobre todo y nada, así como las normas sobre los edificios, entre otras cosas, pesan mucho en su vida cotidiana. Estos profesionales dedicados se enfrentan a desafíos cada vez mayores, donde la dirección se vuelve cada vez más cuidadosa con los presupuestos para garantizar la supervivencia financiera de su guardería, lo que les deja un sabor amargo: tienen cada vez menos tiempo para diseñar programas educativos y realizar su verdadero trabajo.

Sin embargo, nuestros hijos son la base de la sociedad del mañana. El premio Nobel de Economía James Heckman demuestra que un euro invertido en la primera infancia ahorra trece euros en gastos relacionados con la desviación en la adolescencia. Por tanto, es crucial, incluso vital, invertir correctamente en este sector.

Actualmente, las guarderías PSU se financian según una fórmula compleja basada en tres criterios:
– Horas facturadas
– Horas reales
– Gastos totales de la guardería

Estos tres elementos constituyen la base de la PSU, a los que se suman siete bonificaciones con diferentes tramos y cálculos, representando en total 27 criterios distintos. ¡Y algunos criterios son completamente independientes de la guardería, como por ejemplo el potencial económico por habitante! Entonces, el oficio de educador de niños pequeños, que consistía en acoger a los niños y a sus padres, se transformó progresivamente en una función de rigurosa contabilidad de horas y gastos.

Tomemos un ejemplo : si su tarifa de facturación es del 107% y su tarifa es de 10,05 € por hora (que representa la Prestación de Servicio máxima), y un padre le pide que reciba a su hijo durante cinco días adicionales en diciembre, se encontrará pasando de 10,05 € a € 10.03. Aunque pueda parecer insignificante, esta reducción de 0,02€ te hace perder la prestación máxima del servicio y puede, mediante un efecto dominó en las bonificaciones, provocar una pérdida de 10.000€.
Así, a pesar de respetar su misión de trabajador social de acogida de niños, se le penaliza.
¡Esta es la altura! Y esto va en contra de la propia fuente de alimentación.

Entonces, ¿son estos tres criterios realmente una garantía de una atención de calidad para los niños pequeños? ¿Las horas reales o facturadas garantizan una relación pacífica con los padres? ¿Los gastos garantizan una calidad de recepción?
No me parece.

El COG (Convención de Objetivos y Gestión) nunca ha invertido tanto dinero en la primera infancia, pero este dinero no permite estructuras que acojan a niños y padres en buenas condiciones, porque la fórmula de cálculo de la PSU es demasiado compleja y desconectada de la realidad. de las guarderías, la calidad de la atención a los niños pequeños y el apoyo de los padres en su papel de padres.
Las estructuras llevan años en déficit crónico.

Es urgente ayudar a todo tipo de atención a la primera infancia creando una fórmula de cálculo alineada con la problemática actual. No podemos esperar hasta que finalice el COG en 2027 para reformar la financiación de la primera infancia. Reinventemos juntos nuevos métodos de pago para las estructuras de recepción.

Un llamamiento al ministro: actuemos juntos por la primera infancia
Ante esta realidad, es imperativo repensar las políticas públicas relativas a la primera infancia. Los directores, como pilares de estos establecimientos, merecen ser escuchados y apoyados en su misión esencial. Por eso se lanza un llamamiento urgente al Ministro de la Primera Infancia: es hora de tomar medidas concretas para garantizar la sostenibilidad de las estructuras de atención infantil y mejorar la calidad de los servicios ofrecidos.

Las voces de los directores deben alzarse más allá de los muros de sus establecimientos para lograr un cambio real y evitar que la desesperación se apodere de forma duradera en el sector. Un compromiso colectivo con la primera infancia no sólo es deseable, sino también imprescindible para garantizar un futuro mejor para nuestros niños y los profesionales que los cuidan.

Conclusión: La primera infancia merece algo mejor que la indiferencia.

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