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En las escuelas de ingeniería faltan profesores atraídos por el sector privado.

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ISABEL ESPAÑOL

¿Perderse una revolución tan importante como la de la inteligencia artificial (IA)? “Impensable en la formación de ingenieros hoy en día”insiste Nicolas Travers, subdirector del Centro de Investigación De Vinci, de la Escuela de Ingeniería Léonard-de-Vinci (Esilv). En 2020, el establecimiento abrió una especialización en datos e inteligencia artificial. ¿La dificultad? Lograr atraer expertos calificados para enseñar allí. “Cuando abrimos un puesto en IA, puede llevar de cuatro a seis meses cubrirlo”explica.

Esilv no es un caso especial. Si algunas escuelas se niegan a admitirlo para preservar su imagen de marca, en realidad todas se enfrentan a las mismas dificultades. Incluidos los más prestigiosos, como Polytechnique. Sin embargo, la escuela no escatima esfuerzos. “Para aumentar nuestras posibilidades, publicamos cada anuncio de contratación en los cinco establecimientos del Instituto Politécnico de París – que incluye Polytechnique, Ensta Paris, Ensae Paris, Télécom Paris y Télécom SudParis »explica Dominique Rossin, director de enseñanza e investigación del Politécnico. El grupo también sondea activamente a investigadores que han expresado su deseo de movilidad.

Entre los jóvenes docentes-investigadores, la receta funciona bastante bien. “El nombre de X nos ayuda, al igual que nuestra larga implicación en el campo de la IA”asegura Dominique Rossin. En los últimos años, la escuela también ha abierto el centro de investigación IA Cluster, que ha reforzado su visibilidad en el mundo académico. Sin embargo, todavía le cuesta atraer perfiles senior.

“El gusto por enseñar”

A la disminución del atractivo de las profesiones docentes se suma otro obstáculo: la fuerte competencia del sector privado. Cuando se lanzó ChatGPT hace dos años, las empresas se dieron cuenta del poder de la IA, del potencial de innovación que representaba, pero también de su falta de habilidades internas para integrar estas nuevas herramientas y convertirlas en una ventaja competitiva. Desde entonces, hemos asistido a una verdadera carrera en el mercado laboral.

Para conseguir los mejores perfiles, los pesos pesados ​​de la tecnología (Amazon, Google y otros) no dudan en hacer ofertas increíbles. A un joven investigador con sólo dos o tres años de experiencia se le pueden ofrecer hasta 130.000 euros al año. Imposible que las escuelas compitan. “Como asociación de abogados de 1901 tenemos la suerte, en Esilv, de no estar regulados por el Estado en materia de salariossubraya Nicolás Travers. Por tanto, podemos negociar un poco con los candidatos según su perfil, su antigüedad y la disciplina impartida. Pero nuestro margen de maniobra sigue siendo limitado. También debemos garantizar una cierta equidad entre todos nuestros docentes. »

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