El desafío del suministro de agua en Singapur
A pesar de su condición de isla ecuatorial (rodeada de agua) (donde llueve mucho), el suministro de agua de Singapur siempre ha sido un problema. Esta fue una de las razones por las que los británicos se rindieron a los japoneses en 1942. A principios de la década de 1960 todavía hubo períodos de racionamiento y Lee Kuan Yew, el padre fundador de Singapur independiente, hizo del suministro de agua del país una prioridad máxima: “todas las demás políticas tienen que doblegarse por nuestra supervivencia hídrica”.
Los primeros depósitos de agua de lluvia bastaron durante un tiempo para cubrir las necesidades de la isla, pero a partir de 1927 fue necesario importar agua de Malasia para hacer frente al aumento del consumo. La situación no ha hecho más que empeorar con el crecimiento de la población de la isla y el auge de las industrias que hacen un uso intensivo del agua, incluidos los centros informáticos. En la actualidad, Singapur consume unos 1.700 millones de litros de agua al día, el 40% para uso doméstico y el 60% para uso industrial. Este consumo podría duplicarse de aquí a 2065.
Para satisfacer esta demanda se utilizan cuatro fuentes en paralelo.
En primer lugar, la más antigua es la recogida de agua de lluvia. Hoy en día, 17 embalses repartidos por todo el país recogen el agua que cae sobre 2/3 de la superficie de la isla, lo que representa cerca del 10% de la demanda.
El suministro de agua de Malasia ha ido aumentando con el tiempo. Desde 1927, en virtud de varios tratados sucesivos, a veces cuestionados, Singapur ha ido asegurándose el suministro de una cantidad de agua de hasta casi mil millones de litros al día a un precio garantizado. Esta agua procede de la cuenca del río Johor, en la que Singapur ha construido una presa.
Pero, debido al aumento de los riesgos climáticos, estas dos fuentes tuvieron que complementarse con otras dos.
Por un lado, desde los años 2000, las aguas residuales se reciclan. Se envían a través de una red de alcantarillas subterráneas a plantas de tratamiento repartidas por todo el país, luego, una vez filtradas y depuradas, se destinan principalmente a usos industriales, pero alrededor del 10% vuelve a los embalses y, por tanto, al grifo. Hoy en día, todas las aguas residuales se reciclan de esta manera, lo que corresponde a 600 mil millones de litros de agua al año.
Por otra parte, desde 2005 se han construido cinco plantas desalinizadoras de agua de mar en diversos lugares de Singapur, satisfaciendo hasta el 30% de la demanda.
Todas estas fuentes de abastecimiento están gestionadas por la misma agencia (PUB), que también se encarga de la prevención de inundaciones. De hecho, el sistema de recolección de agua de lluvia está diseñado para gestionar las fuertes lluvias que sufre Singapur. También es esta agencia la que promueve el control del consumo de agua tanto en los hogares como en las industrias, con el fin de compensar la demanda.
La paradoja del agua potable en Singapur
El informe Environment Performance Index 2024, elaborado por la Universidad de Yale en Estados Unidos, analiza el desempeño de 180 países en materia de desarrollo sostenible en relación con 58 indicadores. Entre ellos, Singapur muestra un excelente desempeño en varias áreas: el país ocupa el primer lugar en materia de reciclaje de agua y tratamiento de aguas residuales y desechos, y el tercero en materia de agua potable (con una puntuación de 99,8/100, detrás de Italia y Estados Unidos, y Francia ocupa el puesto 29).
Es cierto que la PUB no escatima esfuerzos para controlar la calidad del agua y garantizar que cumple con los estándares sanitarios establecidos por la Agencia de Alimentación de Singapur, que van mucho más allá de los de la Organización Mundial de la Salud. Cada año se toman 500.000 muestras en todos los niveles de la cadena de producción de agua, desde los depósitos hasta los hogares, para realizar análisis completos (físicos, materia orgánica, metales, microbios, etc.), sin olvidar los análisis continuos y en tiempo real mediante sensores colocados a lo largo de todo el proceso.
A pesar de ello, según el último informe del Instituto de Agua, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de las Naciones Unidas, Singapur es líder mundial en consumo per cápita de agua embotellada, tanto en términos de volumen (1.129 litros al año per cápita) como de valor (1.348 dólares al año per cápita), lo que no hace más que aumentar la contaminación por plástico. Además del clima cálido que fomenta el consumo de más agua, una explicación podría ser la propensión de los singapurenses a comer fuera (sobre todo en patios de comidas y puestos de comida ambulante) donde no hay agua del grifo fácilmente disponible.
Además, incluso en casa, algunos singapurenses siguen hirviéndolo antes de beberlo o incluso instalando purificadores para el agua que beben. Es cierto que se ven obligados a hacerlo por vendedores sin escrúpulos que afirman que el agua del grifo de Singapur no es apta para el consumo. Uno de ellos, Sterra, fue descubierto recientemente y tuvo que disculparse profusamente, después de presentar una muestra que en realidad procedía de un estanque a un laboratorio y publicar los resultados del análisis.
En Singapur, puedes beber agua del grifo sin pensarlo dos veces. Si eres muy sensible al gusto, una visita al frigorífico hará que el agua te resulte más agradable.
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