Ayer se llevó a cabo una operación de limpieza, convocada por el consejo del distrito 7 y la asociación cultural y ciudadana. Seguimos a Azedine, Mehdi, Simonne, Jean-Pierre, Cécile y los demás.
“Es una pena que el folleto no esté traducido. Hay gente que no sabe lo que es…” Simonne, de 76 años, habla del “Día mundial de la limpieza”, que no se atreve a pronunciar. Este día mundial de la limpieza del planeta reunió a un pequeño grupo de diez personas en el barrio de Chapélies el sábado 21 de septiembre por la mañana, a instancias del consejo del distrito 7 y de la Asociación Cultural y Ciudadana.
“La gente nos ve hacerlo y lo entiende”
Pero el número no importa, siempre que haya corazón en el trabajo. Además, Azedine Bougrini no esperó a un día mundial para limpiar su barrio. “Lo hacemos desde 2019”, explica el presidente de la asociación, metiendo una bolsa de basura en el bolsillo del pantalón. Con otra en la mano, da las instrucciones. La reunión está fijada para el mediodía. Hasta entonces, cinco equipos recorren el barrio.
Alrededor del “estadio de la ciudad”, envases de plástico, latas, palitos de caramelo, ropa abandonada… “Vivimos aquí, nuestros hijos también. Siempre es mejor vivir en un barrio limpio. La primera vez que hicimos el parque, era suficiente para hacer llorar. Pero ahora, la gente nos ve hacerlo y lo entiende”, señala Azedine, que llegó a desatascar los desagües del barrio lleno de basura hace unos años. “La gente está jugando”, dice Mehdi, de 70 años, con un palo en la mano y una gorra en la cabeza.
52 años para el más joven, 76 para el mayor
El sábado por la mañana, el voluntario más joven tenía 52 años y el mayor, 76. “Nos gustaría implicar más a los niños, pero hasta ahora no lo hemos conseguido”, lamenta Azedine, que dirige una o dos operaciones de limpieza del barrio cada año. “Un partido político, no recuerdo cuál, vino a vernos para decirnos que no nos correspondía a nosotros hacer esto… En los servicios no hay tantos y eso nos da trabajo”, bromea.
Recogieron 109 kg de basura en las orillas del río Corrèze… y lo que encontraron te sorprenderá
Al llegar, se almacenan una docena de bolsas como si fueran un botín de guerra. “No es nada comparado con lo que recogimos hace unos años”, calcula Azedine. Una cadena de plata, bombas de helio, un cinturón, un polo, un zapato, latas, envoltorios y cientos de colillas… “Eso ya es una cosa menos”, resume muy bien Jean-Pierre, de 72 años, al marcharse.
Texto Emilie Auffret
Fotografías Fabrice Combe
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