Otra semana de locura en una campaña electoral estadounidense explosiva. El 16 de septiembre, los medios de comunicación estadounidenses seguían con la mirada puesta en Ryan Wesley Routh, el hombre sospechoso de haber intentado matar a Donald Trump en su campo de golf de Florida. Pero si este segundo supuesto intento de asesinato y las dificultades del Servicio Secreto han hecho correr mucha tinta al otro lado del Atlántico, es sobre todo en la pequeña ciudad de Springfield, situada en Ohio, en el corazón del Medio Oeste, donde se han centrado todas las miradas.
Desde que Donald Trump mencionó “estos recién llegados” que comería perros y gatos en Springfield, durante el debate contra Kamala Harris el 10 de septiembre, este falso rumor desató inicialmente una avalancha de memes y otras parodias, como el remix de la cantante sudafricana The Kiffness (en serio, “El gato es genial”) Y entonces se desencadenó una auténtica oleada mediática para desmentirlo.
Pero incluso después de que el rumor fue desacreditado y sus motivos desmantelados, el candidato republicano y su compañero de fórmula, JD Vance, no se dieron por vencidos. “Si tengo que inventar historias para que los medios estadounidenses realmente presten atención al sufrimiento de los estadounidenses, entonces eso es lo que voy a hacer”. Así lo subrayó el compañero de fórmula de Trump el 15 de septiembre, dejando claro el punto.
Una clara estrategia racista
Porque lo que está en juego detrás de este angustioso asunto, más allá de los memes y las parodias, no podría ser más grave. El rumor no sólo ha revivido un racismo antihaitiano muy antiguo en Estados Unidos, sino que pone en peligro a una comunidad de más de un millón de estadounidenses de origen haitiano que viven en suelo estadounidense. Y ha hecho casi imposible la vida de los habitantes de Springfield: entre amenazas de bomba en las escuelas y amenazas de violencia de todo tipo.
Porque detrás de estas informaciones falsas se esconde en realidad toda la estrategia racista de Donald Trump y JD Vance que se despliega a plena luz del día, subraya el comentarista Charles Blow en esta columna publicada por El New York Times y traducido por Correo internacional. Al adornar esta fábula racista, Donald Trump y J.D. Vance han buscado, de hecho, recuperar el control sobre la candidata demócrata, Kamala Harris, volver a poner la inmigración en el centro de la campaña electoral y, sobre todo, halagar los instintos más bajos de los votantes estadounidenses.
Y las consecuencias de esta siniestra estrategia no han terminado de escribirse, ya que, fiel a su estilo, Trump persiste y firma. Incluso prometió, el 19 de septiembre, que vendría en persona a hablar en la pequeña ciudad de Springfield en dos semanas. (Triste) asunto por venir…
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