“Asumimos sobre nuestras espaldas un problema social y no recibimos ayuda”

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Se sabe, se sabe. La pospandemia ha sido un horror para los refugios de animales de toda la provincia.

“La gente adoptaba animales porque estaban solos, aislados en casa. Hubo una ola de adopciones completamente loca. De repente, todos empezaron a querer un perro. Todo estuvo muy bien al principio, pero en algún momento, la realidad finalmente alcanzó a muchas personas. Tener un perro no es sólo divertido, conlleva responsabilidades”, afirma Rubie Bergeron, propietaria del refugio La Passion de Rubie, en una entrevista con El diarioa principios de este otoño.

Rubie Bergeron dirige desde hace varios años un refugio de animales. Con La Passion de Rubie, enfrentó las adversidades por su amor por los animales. (Sophie Lavoie/Le Cotidiano)

Desafortunadamente sucedió lo que se suponía que iba a suceder. Al final del confinamiento, varios nuevos dueños de perros se sintieron abrumados por sus nuevas responsabilidades y decidieron abandonar a su animal.

“Un perro es como un humano. En el desarrollo tanto de los animales como de los niños, hay etapas en las que es posible que sea necesario replantear el comportamiento, especialmente cuando termina el primer año. Un perro que pulula, que ladra, que mastica muebles, eso puede pasar. Debemos apoyarlo en esto y educarlo. Hay muchas personas para las que era demasiado pedir en 2022. Terminamos con una cantidad enorme de perros en refugios”, atestigua la Sra. Bergeron.

Hoy, aunque la pandemia ha quedado muy atrás y el fenómeno del abandono masivo parece haberse calmado, los refugios no tienen más respiro.

“Todavía estamos sintiendo las repercusiones de la cría ilegal, que alcanzó su punto máximo en 2021 y 2022. Como había una gran demanda de perros durante ese tiempo, hubo algunos que se aprovecharon para ganar dinero. Comenzaron a criar sin licencia. Todo esto se hizo de una manera muy poco ética y muy mal controlada. Esto se vio en viejos edificios abandonados que se utilizaban para criar pastores alemanes como si de una fábrica se tratase. En un momento dado, hay 40 perros orinándose unos a otros y muriendo de hambre, ¿dónde está la dignidad para estos animales?”, pregunta la propietaria del refugio en Alma.

Este pequeño cachorro estaba en proceso de adopción cuando Le Quotidien habló con Rubie Bergeron hace unas semanas. (Sophie Lavoie/Le Cotidiano)

Recursos limitados

Dignidad es todo lo que los refugios intentan ofrecer a los animales abandonados. Sin embargo, la dignidad tiene un precio. Cada nuevo animal es una boca que alimentar, un recinto que mantener y enfermedades que prevenir. “Eso son miles de dólares por semana. Sólo en el veterinario todo sube muy rápido en todo lo que implica la esterilización y las vacunas de base”, confirma Marc Villeneuve, administrador de la página Rescapés Poilus Sag/Lac y propietario del refugio de animales de Laterrière.

Todos estos gastos, que ascienden a decenas de miles de dólares mensuales, deben necesariamente compensarse con ingresos, sin los cuales nada puede funcionar. “Las ciudades otorgan contratos a lo que llamamos agentes. Estuve varios años en Saguenay. Cuando usted es agente, se beneficia de una cantidad sustancial garantizada que le permite gestionar su negocio correctamente. A cambio, deberás recoger, sin rechazarlo, todos los animales callejeros o abandonados. Es un mandato importante, pero al menos cuenta con apoyo”, explica Villeneuve.

Marc Villeneuve, propietario del refugio de animales, ya no está bajo el mandato de la ciudad de Saguenay. Sin embargo, asegura que es capaz de llegar a final de meses, sobre todo gracias a su riguroso control de la entrada y salida de animales a su refugio. Gracias a la venta de productos y al internado, el Sr. Villeneuve puede obtener unos ingresos adecuados para garantizar sus actividades. (Tom Core/El Diario)

Sin embargo, este apoyo financiero no se concede a todos los albergues del mismo territorio. Quienes no sean “mandatados” por la autoridad municipal del territorio que abarcan deberán gestionar y buscar la manera de llegar a fin de mes.

“Mi única fuente de ingresos son las adopciones. Si no hay animales adoptados, no ingresa dinero en la cuenta. Mientras tanto, se han perdido decenas de miles de dólares. Hay una presión enorme. Tengo que pagar a los empleados, comida para mis perros y constantemente hay que planificar renovaciones para garantizar que cumplimos con las normas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de Quebec (MAPAQ). La carga se vuelve pesada, sobre todo porque básicamente lo hacemos por amor a los animales”, recuerda Rubie Bergeron.

Surge entonces la pregunta: ¿debería revisarse el modelo de financiación de los albergues? “Es cierto que deberíamos tener este debate colectivamente. Lo cierto es que los animales abandonados o extraviados constituyen un problema social. Nosotros, los albergues, asumimos sobre nuestros hombros un problema social, y no recibimos más ayuda que esa. Hay muchos días en los que me digo que cerraría la puerta, pero seguimos adelante porque amamos profundamente a los animales y creemos que somos capaces de ofrecerles una vida mejor”, concluye la que gestiona La Passion de Rubie.

Se abandonan perros muy jóvenes, lo que demuestra que la edad no es un factor decisivo para quienes abandonan a su animal.

Se abandonan perros muy jóvenes, lo que demuestra que la edad no es un factor decisivo para quienes abandonan a su animal. (Tom Core/El Diario)

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