Cuando salió del autobús que llevaba las docenas de palestinos liberados por Israel, Khalida Jarrar, activista feminista y figura del frente popular para la liberación de Palestina (PFLP), no pudo hablar, su voz rota por el aislamiento. Fue solo al día siguiente que encontró sus palabras para testificar a la AFP sobre el “maltrato” que sufrió en prisión.
Miembro del parlamento palestino que no ha estado en sesión desde 2007, esta mujer de 61 años fue una de las 90 personas liberadas el lunes durante el primer intercambio de prisioneros entre Israel y Hamas. Al llegar a Ramallah, en Cisjordania ocupada, era irreconocible, con cabello blanqueado y un aspecto demacrado. “Era la primera vez que hablé con un ser humano después de seis meses de aislamiento en mi célula”, testificó al día siguiente, su cabello ahora se tiñó de negro.
Sentenciado por marchas, entrevistas y conferencias
El activista es miembro de la Oficina Política del PFLP, un grupo armado de persuasión marxista. También dirige la organización Addameer que defiende a los prisioneros palestinos en Israel y es miembro del liderazgo de la Unión de Comités de Mujeres Palestinas, que Israel considera una “organización terrorista”.
Israel la ha colocado repetidamente bajo detención administrativa, una medida controvertida que permite una detención indefinida sin cargos formales. El último se remonta a diciembre de 2023, después de 20 meses de detención entre 2018 y 2019. Cada vez, fue acusada de “amenazar la seguridad del estado”.
En 2015, un tribunal militar emitió quince cargos contra él, incluso por dar entrevistas, discursos y conferencias, participar en marchas y pidiendo la liberación de prisioneros palestinos.
Israel no tiene “conocimiento”
Los detenidos palestinos en las prisiones israelíes son “tratados como si no fueran seres humanos”, dijo, y agregó que el caso de los detenidos era una “causa nacional” palestina. “Desde 1967, las condiciones nunca han sido tan duras como hoy”, asegura, refiriéndose a “ataques frecuentes”, “pulverización regular de gas”, así como “raciones de alimentos insuficientes y mala calidad”.
Por su parte, las autoridades de la prisión israelí aseguran que “no están al tanto de estas acusaciones”. “Según nuestra información, no se ha producido ningún incidente de este tipo en las cárceles bajo nuestra responsabilidad”, dijeron en un comunicado de prensa. “Los detenidos tienen el derecho de presentar una queja, que se investigará a fondo”.