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Sobre la mesa reservada para la fiesta civil, el padre de Marie-Bélen colocó un retrato en el que la larga melena castaña de la joven enmarca su carita de bebé iluminada por una sonrisa. De vez en cuando, con las yemas de los dedos, vuelve a colocar la foto, de cara al palco del acusado. “Marie-Bélen era un ser de luz, irradiabarecuerda en el bar del Tribunal de Apelación de Niza. Recuerdo exactamente dónde estaba cuando supe que había sido brutalmente asesinada.“
Bélgica