La pausa duró poco. El viento volvió a aumentar el jueves por la noche en Los Ángeles. Se declaró un nuevo foco, llamado “Incendio Kenneth”, en el Valle de San Fernando, al oeste de la ciudad. Se suma a los otros tres aún activos y al incendio Sunset, que amenazó a Hollywood el miércoles, pero que fue rápidamente contenido gracias a medios aéreos. En pocas horas, el nuevo brote había devorado 400 hectáreas. Los helicópteros realizaban múltiples rondas para sacar agua del embalse de la Universidad Pepperdine en Malibú.
El número de muertos ha aumentado a diez, pero las autoridades esperan que sea mayor una vez que los rescatistas hayan asegurado los escombros. “No estamos en absoluto fuera de peligro”dijo la jefa de bomberos Kristin Crowley. Durante el día, el incendio llamado “Eaton”, que atacó la colina detrás de Pasadena, sembró los inicios del pánico al acercarse a las antenas colocadas en el Monte Wilson, amenazando las retransmisiones.
Fijados en las imágenes filmadas por la televisión o por personas a las que, aquí y allá, se les ha permitido regresar a su barrio, los habitantes de Los Ángeles están tomando poco a poco la medida de la enormidad de la destrucción. Más de 130.000 personas han sido evacuadas hasta ahora. El número de edificios derribados podría llegar a 9.000, según las autoridades. Entre ellos, los dos centros principales, Palisades y Eaton, ocupan casi 13.000 hectáreas, una superficie mayor que la de París.
Te queda el 78,97% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.