Jean-Marie Le Pen ha muerto. El líder de la extrema derecha francesa desde hace décadas dejó su huella en la vida política, logrando en particular clasificarse para la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales ganadas por Jacques Chirac con un 82%. Pero no, ¡Jean-Marie Le Pen no es una figura de la vida política francesa! Es sólo una construcción, una herramienta, cuyo objetivo declarado era, inicialmente, hacer que el derecho fuera inelegible.
Pero jugar constantemente la carta de Le Pen le llevó a establecerse en el panorama político, transformando a este último de extra en personaje recurrente, experto en la provocación, y luego en un verdadero papel secundario. Este énfasis, junto con una lenta trivialización, tuvo lugar en un momento histórico en el que el capitalismo estaba llevando a cabo una profunda transformación acelerada aún más por la caída de la Unión Soviética. El neoliberalismo y la globalización capitalista están configurando un mundo que intenta cerrar el capítulo abierto con el fin de la Segunda Guerra Mundial, que consagró el triunfo del Estado, la soberanía política, la redistribución…
En Francia, al mismo tiempo, el objetivo era borrar el programa del Consejo Nacional de la Resistencia. Para ello también se utilizará Le Pen. El racismo y el odio hacia los inmigrantes y musulmanes que profesa serán los primeros pilares de una propaganda continua contra una llamada “invasión extranjera” que genera inseguridad y provoca la desaparición de una identidad fantaseada.
Este discurso es una brecha en el principio de igualdad de derechos. Un rincón que la burguesía y la derecha han estado tocando metódicamente durante los últimos treinta años. La inmigración se ha convertido en la clave para atacar los derechos de los desempleados, la solidaridad nacional y el desmantelamiento de los servicios públicos acusados de ser sistemas demasiado generosos que crean “brechas de aire” para la inmigración.
Le Pen padre fue una herramienta formidable en manos de la burguesía para socavar el modelo social francés y romper la solidaridad. La hija de Le Pen ha subido varios niveles. Se ha convertido en la carta favorita de un sistema que sólo se basa en la división, el odio y el miedo.
Frente a la extrema derecha, ¡no te rindas!
Es paso a paso, argumento contra argumento, que debemos luchar contra la extrema derecha. Esto es lo que intentamos hacer todos los días en la Humanidad.
Ante los incesantes ataques de racistas y traficantes de odio: ¡apóyanos! Juntos, aportemos otra voz a este debate público cada vez más nauseabundo.
Quiero saber más.