Con motivo del 50 aniversario de la muerte del dictador, el gobierno socialista de Pedro Sánchez lanza este miércoles el primero de una serie de actos conmemorativos sin precedentes. La derecha, que mantiene una relación ambigua con la dictadura, está indignada.
Medio siglo después de su muerte, la figura del Caudillo sigue siendo la más problemática. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, inaugura este miércoles un acto conmemorativo en el Museo Reina Sofía, el que alberga el cuadro Guernicade Picasso – con motivo del 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco. El ex dictador murió el 20 de noviembre de 1975, en su cama, a la edad de 82 años, a causa de una enfermedad. En diciembre, el gobierno socialista anunció la iniciativa como una gran obra de memoria a lo largo de 2025. Hasta finales de año, más de un centenar de actos y celebraciones tendrán lugar bajo el nombre “España en libertad» – España en general. Y eso fue todo lo que hizo falta para poner al país patas arriba, las mentes sobrecalentadas y la controversia incandescente.
“Se trata de poner en valor la gran transformación democrática vivida a lo largo de este medio siglo”aseguró Pedro Sánchez. A sus ojos, él es “importante” organizar actos conmemorativos en escuelas, universidades, museos, etc., en particular para que las generaciones más jóvenes conozcan la “difícil” pasado de España. Y esta avalancha conmemorativa es una novedad: hasta ahora, sólo los grupos de extrema derecha celebraban la memoria del muy general cada 20 de noviembre, y los sucesivos gobiernos se preocuparon de ignorar este recuerdo nauseabundo. Incluso el socialista José Luis Zapatero, que había iniciado las leyes de “memoria histórica” (reconocimiento de las víctimas de la dictadura), había rechazado cualquier ceremonia en 2005, con motivo del 30 aniversario de su muerte.
Los conservadores irritados, la monarquía avergonzada
El anuncio de este centenar de actos conmemorativos este año no podría polarizar más, en un contexto político ya marcado por una marcada división entre izquierda y derecha. “Es una pérdida de tiempo”expresó en sustancia el líder conservador Alberto Núñez Feijóo. En cuanto a su portavoz parlamentario, Miguel Tellado, hizo un gesto de desprecio por esta iniciativa al mostrarse sorprendido por el interés que podría mostrarse en una “flebitis”en alusión a la enfermedad que sufrió Franco en los meses anteriores a su pacífica muerte. El rey Felipe VI, jefe de Estado desde la abdicación de su padre en junio de 2014, se encuentra en un aprieto: si la casa real ha indicado que participará en algunas conmemoraciones, el soberano no asistirá a la toma de posesión este miércoles “por motivos de agenda”. Traducción: su presencia significaría una forma de asentimiento a una dinámica de memoria que condena al dictador que había designado a su propio padre como su sucesor.
A la derecha, el dicho “conmemoraciones pedagógicas” impulsado por los socialistas constituiría una especie de puñalada en la purulencia de la historia nacional: “El motivo de esta iniciativa conmemorativa no es otro que poner el dedo en la herida más dolorosa de nuestra historiasubraya José Antonio Zarzalejos, del periódico conservador El confidencial. El objetivo es acabar con los esfuerzos de conciliación emprendidos por la derecha y la izquierda desde la transición democrática”.
Memoria revisitada
Si el debate es tan delicado es porque España nunca ha condenado plenamente su pasado dictatorial. Precisamente, en noviembre de 2002, por iniciativa del liberal José María Aznar, la Cámara Baja aprobó una resolución condenando la dictadura de Franco. Pero este rechazo fue superficial, evitando mencionar la terrible represión que siguió a la guerra civil (1936-1939), el exilio de medio millón de españoles y los abusos cometidos hasta el fin del régimen en 1975. “En lugar de conmemorar la muerte del dictador, sería más prudente celebrar el nacimiento de la libertad a partir de las elecciones libres de septiembre de 1977.defiende el editorialista deel pais Soledad Gallego-Díaz. Sin embargo, la derecha siempre ha hecho la vista gorda ante este pasado, cuando en otros lugares hablábamos de las figuras de Pétain, Mussolini o Hitler.
En el poder, el Partido Popular (PP, derecha conservadora) practicaba esconder la cabeza en la arena. No fue hasta Pedro Sánchez cuando, el 24 de octubre de 2019, los restos del dictador fueron trasladados desde el imponente sitio público del Valle de los Caídos (oeste de Madrid) al discreto cementerio de Mingorrubio, al norte de la capital. Desde entonces, el debate político se ha calentado con el fuerte ascenso de la extrema derecha, Vox, que descaradamente se autodenomina Caudillo. En coalición con el PP, inició las llamadas leyes de “concordia” en las regiones de Valencia, Extremadura y Castilla y León: el franquismo es revisitado en un sentido más positivo, y colocado al mismo nivel que la Segunda República española, entre 1931 y 1931. y 1936.