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El 7 de enero de 2015, la sede de Charlie Hebdo fue objeto de un terrible atentado terrorista que dejó doce muertos, ocho de ellos entre los miembros de su redacción. Diez años después, el periódico satírico se ha “convertido en una institución”, en palabras de Riss, director de la publicación.
Diez años después del atentado del 7 de enero que diezmó su redacción, Charlie Hebdo no ha perdido su libertad de tono. Así, en el número especial de 32 páginas de este martes se publican caricaturas sobre Dios seleccionadas en el marco de un concurso internacional lanzado a finales de 2024.
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Una editorial renovada
Sin embargo, muchas cosas han cambiado en el seno del periódico alegremente anarquista y anticlerical creado en 1970 a partir de las cenizas de la revista Hara-Kiri. Empezando por supuesto por sus integrantes. Entre las víctimas se encuentran los caricaturistas Cabu, Charb, Honoré, Tignous y Wolinski. Y se registraron varias salidas después de 2015, incluida la de Luz. La redacción, cuyas instalaciones ultraprotegidas se mantienen ahora en secreto, tuvo que renovarse, con la llegada de nuevos bolígrafos y diseñadores.
Ventas estabilizadas
Los resultados de la empresa también han evolucionado. Antes de enero de 2015, Charlie Hebdo apenas estaba saliendo de un período financieramente difícil. Con una tirada de 60.000 ejemplares y menos de 30.000 ventas semanales, el periódico, que vive sin publicidad ni subvenciones, se había hundido en números rojos en 2009 y acababa de pagar un importante préstamo, gracias a una suscripción lanzada en noviembre de 2014.
Después del atentado, la situación se invirtió: las arcas del periódico se desbordaron, gracias a una ola de solidaridad sin precedentes, en Francia e internacionalmente. Las ventas se dispararon con la publicación del número del 14 de enero, con 8 millones de ejemplares distribuidos, y las suscripciones se multiplicaron, alcanzando un máximo de 240.000 en febrero de 2015.
Desde entonces, el periódico ha visto disminuir sus ventas en los quioscos y luego estabilizarse, durante media docena de años, alrededor de 20.000 ejemplares en los quioscos, para unos 30.000 suscriptores.
Además, tras el atentado se enviaron donaciones al periódico por un total de poco más de 4 millones de euros. Sumas redistribuidas íntegramente entre las víctimas y sus familiares, bajo los auspicios de una asociación que las recaudó y garantizó su distribución.
Un cambio de estatus
La distribución del capital y el uso de rentas excepcionales después de enero de 2015 dieron lugar a debates y tensiones internas. Por esta razón, Riss, el director de la publicación que sucedió a Charb, muerto en el atentado, ha iniciado una serie de iniciativas en los últimos años.
En julio de 2015, el periódico se convirtió en el primer medio en adoptar El estatus de una empresa de prensa solidaria.que le compromete a reinvertir al menos el 70% de sus beneficios anuales. El resto se dedica a autofinanciarse.
Luego, en 2018, se modificaron los estatutos para colocar todos los ingresos excepcionales posteriores al ataque en una reserva legal. Una cantidad de 15 millones de euros, resultante de ventas atípicas, que no puede utilizarse para remunerar a los accionistas.
Una base de accionistas ampliada
Finalmente, Riss, que poseía dos tercios del capital de Charlie, amplió su participación en 2019, vendiendo acciones a tres miembros de su redacción, dos columnistas y un caricaturista que llegaron después del atentado de 2015. Una operación que tiene como objetivo preparar suavemente una futura sucesión al frente del periódicoinvolucrando a una nueva generación en su gestión.
Diez años después de la tragedia, Charlie Hebdo parece haber encontrado su velocidad de crucero y quiere ser imprescindible en el panorama de la prensa francesa. Él “que se construyó en la marginalidad, ahora aparece como una institución”, concluye Riss.