El barrio de Blosne, en Rennes, volvió a ser escenario de una tragedia el jueves 2 de enero. Un hombre de 24 años fue asesinado a puñaladas en Square de Slovakie, víctima de una violencia que se había vuelto tan banal como insoportable. A pesar de la rápida intervención de los servicios de emergencia, el joven no sobrevivió. Se está llevando a cabo una investigación, confiada a la División de Crimen Organizado y Especializado (DCOS). Pero surge una pregunta: ¿cuánto tiempo seguiremos tolerando esta espiral de violencia?
Violencia que se ha vuelto común
Esta tragedia forma parte de una serie macabra que azota a Rennes desde hace meses. Apenas unos días antes de esta tragedia, dos jóvenes de 15 y 21 años fueron apuñalados en el barrio de Villejean. El mes anterior, un hombre de 25 años fue apuñalado en el centro de la ciudad. La lista crece, es implacable, y las causas son a menudo las mismas: trata, ajustes de cuentas, ataques gratuitos.
“Vivir juntos”, este mantra tantas veces repetido por nuestras elites políticas y mediáticas, se transforma cada día más en “morir uno al lado del otro”. Los barrios, debido a la loca política de la ciudad, se han convertido en campos de batalla donde reina la ley de los más violentos. Y, sin embargo, las autoridades persisten en negar la realidad, hablando de “noticias” aisladas o de “tensiones localizadas”.
Una laxitud ideológica culpable
Esta situación no es fruto de la casualidad. Es la consecuencia directa de décadas de laxitud ideológica y desastrosas políticas de inmigración y seguridad. Las autoridades, paralizadas por su obsesión por la corrección política, han permitido que florezcan zonas sin ley donde reinan los traficantes y los delincuentes. En Rennes, como en otros lugares, las fuerzas del orden y la justicia están luchando por frenar una violencia que ya no tienen los medios –o a veces la voluntad– para combatir.
Cada apuñalamiento, cada crimen en nuestras calles es un recordatorio mordaz de este fracaso colectivo. Barrios como Blosne o Villejean, que alguna vez fueron lugares tranquilos para vivir, se han convertido en símbolos de una Bretaña, de una Francia que se hunde en la inseguridad. Y mientras tanto, nuestros líderes siguen vendiéndonos las virtudes de “vivir juntos”, a pesar de la evidencia.
En esta atmósfera deletérea, el sentimiento de impunidad se está generalizando. Los traficantes actúan en completa paz, los delincuentes reinciden sin miedo y los vecinos sufren. ¿Cuántas veces hemos escuchado que los autores de estos crímenes eran “conocidos por la policía”? ¿Cuánto tiempo más toleraremos un sistema de justicia que libera a los culpables por falta de espacio carcelario o en nombre de una ideología de derechos humanos mal digerida?
El ataque mortal a este joven en Blosne no es una excepción. Es el síntoma de una sociedad en completa descomposición, donde las autoridades prefieren mirar para otro lado antes que atacar las raíces del mal.
Crédito de la foto: DR.
[cc] Breizh-info.com, 2025, envío gratuito para copiar y distribuir sujeto a mención y enlace a la fuente original